El país es visitado por tres especies: la tortuga golfina (Lepidochelys olivacea), la tortuga baule (Dermochelys coriacea) y la tortuga prieta (Chelonia agassizi). Todas en peligro de extinción, según autoridades.
La meta para esta temporada es recolectar entre 18 mil a 20 mil huevos de tortuga marina en las playas de Maculis, El Jagüey y El Tamarindo, para su protección en el corral de incubación de la Fundación para el Desarrollo de El Tamarindo (FUNDATAMARINDO).
Yolanda Gutiérrez, directora ejecutiva de FUNDATAMARINDO, explicó que previo a la entrega de los kits a los viveristas hubo una charla sobre la responsabilidad en el manejo adecuado de los huevos, para que todos los huevos que se recolectan sean vendidos a los viveros con fines de la protección de esta especie.
“Hemos tenido reporte en los últimos años de cuántos huevos se van al mercado negro, por eso hacemos énfasis en lo importante que es tomar conciencia de la necesidad de recuperar nuestras especies, proteger y salvar”, subrayó Gutiérrez.
Las autoridades del Ministerio de Medio Ambiente y Recursos Naturales tienen establecida la tarifa del precio de los huevos de tortuga a los viveros, es que de 2.50 dólares la docena; por cada 12 huevos que lleva al vivero, el recolector debe donar dos unidades.
Según los expertos, la tortuga carey (Eretmochelys imbricata) es una especie en grave peligro de extinción.
El 50 por ciento de las tortugas carey que anidan en las costas del Pacífico, lo hacen en El Salvador, lo que da al país un rol importante en su protección, indican estudios cientícos.
Algunos de los factores que ponen en riesgo la conservación de las especies de tortugas están relacionados con la destrucción de su hábitat, el comercio de su carne para la elaboración de comidas exóticas, así como el tráfico y comercio ilegal de huevos y de tortugas.
Entre agosto y octubre, las costas de las naciones centroamericanas reciben a tres especies de tortugas marinas que llegan a depositar miles de huevos, los cuales constituyen un botín para quienes se dedica a su comercio ilegal.
El mito más arraigado sobre el consumo de huevos de parlama es el que les atribuye propiedades afrodisiacas, sin embargo, expertos en conservación aseguran que no es así, y que al contrario eso podría ser perjudicial para la salud por “su alta carga de colesterol”, ya que cada huevo de equivale a 20 de gallinas, lo que aumenta la grasa.
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