En medio del dolor por la caída de su hijo Hussein en 2015, Hajjé Walaa, como la conocen la mayoría, saca fuerzas e incrementa el compromiso con la causa en su condición de guardiana de la dignidad humana.
Hasta su hogar en el barrio de Hay Al-Sullum, en el suburbio sur de Beirut llegó un equipo de Prensa Latina para dialogar sobre resistencia, patriotismo, unidad y la construcción de un mundo de paz.
Fotos colgadas en las paredes, reconocimientos, trofeos, un amplio retrato en una esquina y el resguardo de las últimas pertenencias del hijo en el momento de la muerte mientras combatía a los terroristas en Siria sitúan a cualquier visitante en una casa-museo de la libertad.
De voz calmada y amabilidad profunda al recibir a “hermanos cubanos”, Walaa recuerda al joven Hussein como un guerrillero que sacrificó su sangre por la victoria en la defensa de las causas justas.
“Tenemos que estar a la altura de nuestros mártires, después de mi hijo el camino no es la desesperación ni el derrumbe, sino empinarse en defensa de su legado convirtiendo esta tarea en un modo de vida”, sentenció.
El uniforme y las botas, los teléfonos, la mochila y el sombrero, cajetillas de cigarros y una pequeña caja con tierra de Zabadane mezclada con la sangre de su hijo, constituyen para Walaa el consuelo ante el sacrificio por el triunfo.
“Mi mensaje en la vida no tendrá límites. Salgo a ver a la gente con el ánimo de una mujer sonriente, satisfecha y paciente con el dolor”, aseguró.
La abaya negra (vestimenta islámica) y la imagen del hijo en el pecho la identifican como madre de un mártir en un entorno social que garantiza protección a los combatientes de Hizbulah y les ofrece la logística de seguridad para el accionar en Líbano.
“La jurisprudencia religiosa guía nuestra vida dentro de este medio, y sí somos homogéneos en cuanto a las macro creencias, pero esta homogeneidad no elimina las características propias de cada cual, y esa diferencia entre unos y otros tampoco afecta la unidad”, indicó.
En su rol de escritora y luchadora, Walaa refleja en sus poemas, cuentos, novelas y testimonios el patriotismo, los valores morales y la valentía de los mártires y mujeres de la Resistencia libanesa.
“Hizbulah no niega nunca que otras corrientes políticas patrióticas lo han anticipado en la resistencia contra la ocupación de Israel y las agradece. Desde 1982 no solo defiende el sur, ni la Bekaa, protege Trípoli y los suburbios para cubrir todo el territorio de Líbano”, destacó.
Sobre el futuro de la nación, Walaa abogó por alejarse del egoísmo, abrirse a las aspiraciones de las naciones y pueblos que promueven el humanismo con respeto, dignidad y autodeterminación.
Antes de concluir el diálogo y en medio de anécdotas transmitió un mensaje para la revolución cubana, el pueblo con las ideas y la resistencia más valiente contra la prepotencia estadounidense, remarcó.
«Fidel Castro y el Che Guevara simbolizan la lucha por la emancipación de la humanidad y ese deseo de libertad de ellos constituye una máxima en la resistencia frente a la injusticia en cualquier parte del mundo», resaltó.
“Ustedes son nuestros maestros”, agregó al destacar no solo la experiencia cubana en la lucha armada, la firmeza y la paciencia en la confrontación con el imperialismo, sino también para abrazar con amor y sonrisa a los oprimidos.
Honrar la sangre de su hijo, el mártir Hussein, y apoyar la causa de la liberación de la ocupación y la injusticia son las premisas en la vida de Walaa, una de las tantas mujeres libanesas que desde el entorno social de la resistencia salvaguardan la victoria.
mem/yma