En un artículo de opinión publicado en el Diario El Salvador, Pacheco hace una aproximación a un tema que divide a los salvadoreños y señaló que es “una cifra exorbitante de supuestos delincuentes, presos, cifra vergonzosa para nuestro país, en el exterior y para nosotros, sin contar los que aún queden por investigar».
Hay que reconocer que también “es positivo para todos que el mal se esté combatiendo y hoy estén más libres de delincuencia los caminos”, un reflejo de que las acciones del gobierno tiene defensores.
Entre los buenos efectos de la política gubernamental, el bardo abordó los beneficios de la seguridad, lo que entre otras cosas representó que se incrementara significativamente la visita de muchos extranjeros en calidad de turistas, con índices de incrementos hasta el 60 por ciento respecto de anteriores celebraciones patrias.
Agregó que ahora se respiran aires de libertad. Todo esto genera, como repito, una gran confianza nacional e internacional sobre las medidas y los procedimientos para llevarnos tranquilidad y esperanzas de desarrollo y progreso.
“Esta medida de imponer el estado de excepción, medida extrema y lamentable. Sí, una lástima para todos, por la dureza y casi inflexibilidad de esta ley, porque pone en evidencia que, en muchos años, de gobiernos anteriores, este germen delincuencial, criminal, se dejó convertir en un gigante monstruo imposible de combatir hoy por medios más pacíficos”, puntualizó.
Las faltas de políticas para combatir el flagelo “estimularon a miles de jóvenes y hasta niños con graves situaciones económicas a ingresar a esas bandas para percibir un sustento», dijo.
Estos lamentables resultados hoy afligen tristemente a muchas familias y allegados que posiblemente no tuvieron participación en esas acciones, pero sufren ahora las consecuencias de su pasividad.
Puntualizó Pacheco que en las detenciones se observa la imagen de pobreza, de condiciones marginales que nos muestran estos 50 mil detenidos.
En su inmensa mayoría, aseguró, por no decir la totalidad, las mismas características: tatuados, niveles muy bajos o hasta nulos de escolaridad, capturados en las colonias más críticas y vulnerables. No vemos que ni uno de estos 50 mil fuese habitante del este de San Salvador (Escalón, San Benito y otras urbanizaciones), al menos su apariencia eso nos muestra.
Según la valoración El Salvador es una sociedad convulsionada por la violencia engendrada durante toda su historia.
Casi podría darse el grito «Se perdió la república»… Pero el pueblo salvadoreño, siempre el más grande conductor de su historia, simplemente dio un giro de timón y hoy tenemos nuevas esperanzas, que son “lo último que se pierde”, puntualizó Pacheco.
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