“Para que se llegue a la decisión sobre el formato de nuestra participación, se tomarán en cuenta todos los factores, incluido el de la seguridad”, declaró Peskov al periodista Pavel Zarubin, conductor del programa Moscú.Kremlin.Putin.
El portavoz recordó que Rusia posee la invitación para estar presente en la cumbre, y es algo, afirmó, que este país agradece a los organizadores de la cita de alto nivel.
Varias potencias occidentales intentaron imponer una prohibición a la asistencia de Putin y luego promovieron un boicot a los contactos con ese mandatario en la cumbre del G-20, cuyo surgimiento estuvo muy ligado a la necesidad de buscar salidas a una crisis económica global.
Precisamente, uno de los argumentos manejados por la dirección de Indonesia fue que no eran tiempos de crear divisiones, sino más bien de unir esfuerzos para dar solución a problemas económicos graves del presente.
El 24 de febrero, Putin anunció el inicio de una operación bélica para desmilitarizar y desnazificar a Ucrania, a lo cual siguió una guerra económica de Occidente que Rusia considera un intento por aislarla de la economía mundial.
Pero observadores señalan que, sobre todo Europa, recoge ahora los frutos del efecto bumerán de más de siete mil medidas punitivas aplicadas unilateralmente contra Rusia, incluido el embargo gradual a la compra de su petróleo y planes para suspender la adquisición de gas de esta nación.
Todo ello provocó una crisis energética y una fuerte inflación, no solo en Europa, sino en Estados Unidos y otras naciones occidentales, cuyas soluciones podrían ser ventiladas en la cumbre de Bali, el 15 y el 16 de noviembre próximos, consideran analistas.
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