El incidente ocurrió en el norte del país, una de las zonas más afectadas por ataques de insurgentes, y causó además 37 heridos, según un comunicado del gobernador de esa región del Sahel, Rodolphe Sorgo.
La detonación alcanzó varias docenas de camiones y autobuses de transporte público, ocupados en su mayoría por estudiantes y comerciantes, agregó Sorgo.
A inicios de semana, el líder militar, Paul-Henri Sandaogo Damiba, anunció avances en diálogos con grupos islamistas para que depongan las armas.
Burkina Faso sufre frecuentes atentados de insurgentes desde abril de 2015, realizados por grupos ligados tanto a Al Qaeda como al Estado Islámico.
Estimados oficiosos calculan que el 40 por ciento del territorio de este país africano sin costas está en poder de los milicianos islamistas.
Los militares burkineses defenestraron en junio pasado al presidente constitucional Christian Marc Roch Kaboré, asediado por protestas populares y prometieron controlar a los islamistas.
Por el contrario, desde su llegada al poder, los movimientos fundamentalistas incrementaron sus operaciones.
La inseguridad en la región provocó el desarraigo de unos dos millones de personas que huyeron en busca de seguridad, según los datos del Gobierno.
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