Las pruebas genéticas corroboraron el dictamen ruso respecto a los cadáveres encontrados en las islas Kunashiri (una de las Kuriles) y Sajalín, los cuales pertenecen a Akira Soyama (27 años), miembro de la tripulación del Kazu 1, una mujer (21 años) y otro hombre (59 años) residentes todos de la norteña prefectura nipona.
El resultado permitió a las autoridades japonesas elevar a 18 las muertes y a reducir a ocho los desaparecidos luego del fatal accidente ocurrido el 23 de abril del presente año.
Una patrulla de la Guardia Costera recogió el viernes pasado los restos de las tres víctimas que permanecían al sur de Sajalín, como parte de un acuerdo entre Tokio y Moscú.
El secretario en jefe del gabinete, Hirokazu Matsuno, declaró a finales de agosto que la comunicación con el gobierno del país euroasiático fue “oportuna y adecuada”.
Tras el hundimiento del Kazu 1, Rusia colaboró con Japón en virtud de la Convención Internacional sobre Búsqueda y Salvamento Marítimo.
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