El convenio con los gremios que representan a más de 50 mil ingenieros y conductores se anunció poco después de las 05:00 de la mañana de este jueves y en un comunicado, la Casa Blanca lo calificó de «una victoria importante para nuestra economía y el pueblo estadounidense».
Tras 20 horas de conversaciones organizadas por el secretario de Trabajo Marty Walsh y en una carrera contra el tiempo se alcanzó el acuerdo entre los líderes de los sindicatos y los negociadores laborales de los ferrocarriles, porque de lo contrario el paro comenzaría mañana.
Aunque este resultado no significa que el riesgo de huelga haya desaparecido por completo, sí es una buena noticia para una amplia gama de negocios que dependen de los ferrocarriles de carga para continuar operando, y para la economía estadounidense en general. Alrededor del 30 por ciento de la carga del país se mueve por ferrocarril, detalló un reporte de la cadena CNN.
Hasta ahora se han hecho públicos pocos detalles del acuerdo, pero la declaración del presidente Joe Biden indicó que el problema principal que había llevado al país a solo un día de su primera huelga ferroviaria nacional en 30 años se había abordado a favor de los sindicatos, indicó la televisora.
«Es una victoria para decenas de miles de trabajadores ferroviarios que trabajaron incansablemente durante la pandemia (de la Covid-19) para garantizar que las familias y comunidades de Estados Unidos recibieran lo que nos ha mantenido en marcha durante estos años difíciles», señaló el mandatario.
Biden prometió «mejores salarios, mejores condiciones de trabajo y tranquilidad en cuanto a sus costos de atención médica: todo ganado con esfuerzo».
La disputa fue por la escasez de personal y las reglas de programación que, según los líderes sindicales, habían llevado a su afiliación a un punto de ruptura.
Es una victoria importante para Biden, quien se enfrenta a decisiones difíciles si no se llegaba a un acuerdo, apuntó el medio de prensa.
Respaldar la acción del Congreso buscada por la comunidad empresarial para imponer un contrato a los trabajadores habría enojado a sus partidarios entre los sindicatos.
Dejar que el paro laboral se desarrollara entrañaba el riesgo de consecuencias económicas enormes justo antes de las elecciones intermedias del próximo 8 de noviembre.
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