El presidente namibio, Hage Geingob, y su homólogo kenyano, William Samoei Ruto, señalaron las desventajas de los países africanos y de las otras naciones en desarrollo, para encarar los problemas del desenvolvimiento socioeconómico, así como las crisis sanitaria, climática, alimentaria y energética del actual escenario global.
En tal sentido, Geingob criticó la injusta inclusión de Namibia en el grupo de estados con renta media-alta, lo cual dificulta el acceso al financiamiento y a préstamos concesionales, que son necesarios para luchar contra la desigualdad y extraer de la pobreza a numerosos ciudadanos.
Se trata de una fórmula de cálculo insuficiente, pues no tiene en cuenta las enormes disparidades entre ricos y pobres que, en su país, afirmó, son consecuencia del colonialismo y el Apartheid.
Ambos dignatarios reclamaron la reforma cualitativa y cuantitativa del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, de conformidad con la posición común enarbolada por los miembros de la Unión Africana.
Según opinó el mandatario de Namibia, la libre determinación es un derecho humano; de ahí su exigencia a poner fin a las constantes injusticias cometidas contra el pueblo de Palestina y al cumplimiento de las resoluciones para resolver la cuestión del Sahara Occidental.
También lamentó las sanciones contra Zimbabwe y la permanencia del bloqueo económico, financiero y comercial del Gobierno de Estados Unidos contra Cuba.
“Por favor, es hora ya de que los hijos e hijas de Cuba reciban el derecho a una vida digna, libres de un embargo que les priva del derecho a desarrollar su propio país. Por tanto, Namibia, reitera su largo llamado al levantamiento del injusto embargo contra Cuba”, remarcó.
Al decir de Samoei Ruto, el fracaso del multilateralismo durante las crisis, como la vivida a causa de la pandemia de la Covid-19, es un fracaso de la humanidad y “tenemos el deber moral y urgente de corregirlo y comportarnos mejor”.
De igual forma, abordó de manera enfática los retos asociados al cambio climático y sus efectos particulares en las naciones empobrecidas, que precisan acceso a financiamiento y tecnologías.
África, resumió, coloca un inmenso valor en la comunidad internacional y en las tremendas posibilidades que puede desentrañar a través de “una agenda inclusiva, sostenible y eficaz para transformar las vidas de nuestros pueblos y establecer una paz, seguridad, estabilidad y prosperidad compartidas y duraderas”.
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