El texto, de ser aprobado en el Senado y ratificado como legislación, ordenaría al Departamento de Educación proporcionar subvenciones para establecer una vía de acceso a los profesionales de esos servicios en las escuelas, así como aumentaría el número de expertos en lugares considerados de alta necesidad.
De igual forma, incluye iniciativas para que los estudiantes entrantes en las instituciones de educación superior dispongan de adaptaciones por discapacidad y establece un programa para actuar a través de proyectos que conecten las instituciones y agencias educativas locales con los sistemas de asistencia informados sobre el trauma.
La propuesta denominada Ley de Salud Mental fue votada más de dos años después del inicio de la pandemia, que generalizó los problemas en cuanto al bienestar emocional, psicológico y social de las personas, según detalló el diario The Hill.
El patrocinador del proyecto, Mark DeSaulnier, dijo que la normativa es necesaria, pues «Los educadores se han visto obligados a desempeñar un papel excesivo en el apoyo y la respuesta a las necesidades de salud mental de los alumnos».
La Organización Mundial de la Salud reveló que, en el primer año de la pandemia, la prevalencia de la ansiedad y la depresión en todo el mundo creció aproximadamente un 25 por ciento.
Las personas con trastornos mentales graves mueren de media de 10 a 20 años antes que la población general, la mayoría de las veces por enfermedades físicas prevenibles, alertó el organismo en un informe.
El libro de datos 2022 de KIDS COUNT, publicado en agosto, mostró que alrededor de 1,5 millones de niños en Estados Unidos sufrieron depresión o ansiedad durante el primer año de la Covid-19.
Según un reporte del año pasado de Anthem, una empresa de atención sanitaria, los norteamericanos no reciben la asistencia de salud mental que necesitan durante la peor pandemia del siglo, lo cual es especialmente cierto en los grupos más afectados por la enfermedad (jóvenes, adultos mayores y los más empobrecidos).
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