Al fundamentar su decisión, la entidad que concede el lauro en esas especialidades destacó que Pääbo logró secuenciar el genoma del neandertal, un pariente extinto de los humanos actuales, descubrió a los denisovanos y lo más importante: que se había producido una transferencia de genes entre estos tres homininos
La humanidad siempre ha estado intrigada por sus orígenes. ¿De dónde venimos y qué relación tenemos con los que nos precedieron? ¿Qué nos diferencia a nosotros, los Homo sapiens, de los demás homininos?, se interrogó.
Por su investigación pionera, resalta el Instituto, Pääbo logró algo aparentemente imposible: secuenciar el genoma del neandertal, un pariente extinto de los humanos actuales.
También descubrió a un homínino hasta entonces desconocido: el hombre de Denisova o denisovano.
En otro momento destaca que el científico demostró que se había producido una transferencia de genes de estos homininos ya extinguidos al Homo sapiens tras la migración fuera de África hace unos 70 mil años.
Este antiguo flujo de genes hacia los humanos actuales tiene relevancia fisiológica hoy en día, por ejemplo, afectando a la forma en que nuestro sistema inmunológico reacciona a las infecciones, asevera la entidad.
La investigación de Pääbo dio lugar entonces a una disciplina científica totalmente nueva: la paleogenómica. Al revelar las diferencias genéticas que distinguen a todos los seres humanos vivos de los homininos extintos, sus descubrimientos sientan las bases para explorar lo que nos hace singularmente humanos.
Como es habitual cada primer lunes de octubre arranca la semana de otorgamiento de estos lauros, que distinguen además a personalidades e instituciones de la física y la química así como en literatura, política, economía, psicología y sociología.
El primero en medicina y fisiología fue otorgado en 1901 al alemán Emil Adolf von Behring por su trabajo en la terapia con suero, en especial su aplicación contra la difteria, estudio que abrió un nuevo camino en el campo de la ciencia médica.
En estas disciplinas solo dos latinoamericanos merecieron el premio, liderado en su mayoría por Estados Unidos, el Reino Unido y Alemania.
En 2021 el estadounidense David Julius y su colega libanés-estadounidense Ardem Patapoutian lo merecieron por el descubrimiento de los receptores del tacto y la temperatura.
Instituido en 1895 y entregados después a partir de 1901 en homenaje al científico sueco Alfred Nobel (1833-1896), descubridor de la dinamita, el de fisiología y medicina es uno de los cinco premios establecidos en el testamento de su gestor.
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