Como un rayo que arremete sin previo aviso llegó la noticia de su muerte, informó el Ministerio de Cultura, al tiempo que se hizo eco de las palabras de elogio difundidas por el pintor y crítico Manuel López Oliva.
La muerte no respeta tampoco a los hacedores raigales, acaba de llevarse a uno de los artistas cubanos que supo cumplir -con poesía y arraigo generacional- la misión humana y expresiva que la vida le asignó, afirmó López Oliva.
Asimismo, el creador destacó la fidelidad de Moreira «a la Nación, su nobleza de espíritu, sus valores de dibujante y pintor, la sustancia paternal y familiar ejercida, y el peso de un imaginario diverso».
En ese sentido, destaca su prolífica obra que «pasó de sus apuntes un tanto naturalistas de las visiones elaboradas en la Isla de la Juventud, a una poética que unía su labor en vallas anunciadoras con una muy profesional», resaltó López Oliva.
De su trayectoria sobresalen su labor como ilustrador de ediciones del texto Don Quijote de la Mancha, su participación en los murales del Hotel Habana Libre y del edificio donde se fundó la agencia Prensa Latina, los retratos de héroes y amigos, así como su arte erótico.
Profesor de dibujo en la Escuela Profesional de Artes Plásticas San Alejandro, Moreira registró en su carrera una veintena de exposiciones personales y decenas de muestras colectivas, mientras sus piezas permanecen en prestigiosas colecciones de Cuba y el mundo.
Concibió composiciones ornamentales y simbólicas para fuentes y espacios urbanos, «e igualmente hizo de su casa -junto a su esposa la también pintora Alicia Leal- un espacio amable para la comunicación», señaló López Oliva.
Merecedor de la Distinción por la Cultura Nacional, es momento de despedirlo, no sin antes agradecer su legado, ese que enalteció la cultura cubana desde las artes visuales y quedó impreso en sus discípulos.
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