El pulso en el Palacio Borbón siempre tuvo ese desenlace como escenario privilegiado, pese a los ocho días de debates en el Hemiciclo y las tres mil 400 enmiendas presentadas al proyecto de ley impulsado por el Ejecutivo, que lo enfocó ante la opinión pública en el combate a la inflación imperante.
Asumimos la responsabilidad de darle al país un presupuesto, argumentó la primera ministra Elisabeth Borne al anunciar la activación del polémico artículo, calificado por algunos aquí de una decisión antidemocrática.
Según Borne, no había otro camino, por el alegado propósito opositor de rechazar el texto, y ante el cumplimiento del plazo fijado para las discusiones, a partir de la cantidad de enmiendas que quedaban por examinar hoy.
El 49.3 ha sido empleado decenas de veces en Francia, y en esta ocasión era un secreto a voces, tras la pérdida por el oficialismo de su mayoría absoluta en la Asamblea en las elecciones de junio, revés que lo privó de la ventaja de legislar sin grandes obstáculos.
Con el paso de los días quedó claro que el presupuesto no pasaría la prueba de los diputados como lo diseñó el Gobierno, que vio contra su voluntad la eliminación de la meta de contener el déficit público en un cinco por ciento del Producto Interno Bruto y la adopción de una enmienda que aumentaba los impuestos a las “superganancias” de un 30 a un 35 por ciento.
Al final, la ley adoptada incluyó alrededor de un centenar de las enmiendas, sin que eso atenúe el malestar de la oposición.
La presidenta del grupo parlamentario de La Francia Insumisa, Mathilde Panot, acusó al Ejecutivo de pretender “gobernar el país a golpe del 49.3” e informó la presentación por el bloque de la izquierda Nueva Unión Popular Ecológica y Social (Nupes) de una moción de censura en la Asamblea Nacional.
Por su parte, el líder interino de la organización de extrema derecha Agrupación Nacional, Jordan Bardella, denunció un “abuso de la fuerza” y señaló el lanzamiento de otra moción.
Parece muy poco probable que alguna de esas iniciativas fructifique en el propósito de hacer caer a la primera ministra y su Gabinete, porque para ello se necesitaría del consenso entre la izquierda, la extrema derecha y los conservadores del partido Los Republicanos.
Ya la principal líder ultraderechista Marine Le Pen había descartado acompañar la moción promovida desde la izquierda, recordando las posturas irreconciliables.
Encuestas en los últimos días habían mostrado el rechazo de la mayoría de los franceses a la adopción de un presupuesto a la sombra del artículo 49.3, esquivando el voto en la Asamblea, por lo que tal vez se añada un ingrediente al tenso escenario social imperante, marcado por la huelga en las refinerías y recientes multitudinarias protestas.
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