La emisión de vapor y ceniza registrada la noche del viernes y madrugada del sábado pasados motivó a declarar la alerta amarilla en la zona de influencia, que comprende tres provincias: Cotopaxi, Pichincha y Napo.
Sin embargo, el director del Instituto Geofísico, Mario Ruiz, aseguró a la prensa local que por el momento no tienen señales que indiquen la posibilidad de una erupción grande en un tiempo cercano.
La declaración de alerta implica la actualización de todos los planes de contingencia a nivel cantonal, provincial y nacional en caso de que la actividad incremente, es una medida de preparación y prevención.
El director del Servicio de Gestión de Riesgos, Cristian Torres, aclaró que el objetivo no es alarmar, sino tener expeditas las rutas de evacuación y hacerle llegar a la población información correcta y veraz.
Según el último informe del Instituto Geofísico de la Escuela Politécnica Nacional (Igepn), las altas frecuencias asociadas con el tremor sísmico conllevaron el descenso de lahares (flujos de agua y escombros en los flancos de un volcán).
Como consecuencia, este domingo la cumbre del Cotopaxi apareció con una capa de ceniza gris oscura, resultado de las emisiones de los días anteriores.
Este lunes, una comisión de ingenieros del Igepn visitará el flanco nor-oriental del volcán para constatar la presencia o ausencia de depósitos de lahares.
Por el despertar del nevado, que desde hace siete años no registraba actividad eruptiva, el Ministerio del Ambiente, Agua y Transición Ecológica determinó el cierre al turismo del Parque Nacional donde se encuentra el coloso, en la Cordillera Oriental de los Andes,a 45 kilómetros al sureste de Quito.
Diariamente cientos de personas aprovechan para subir a ver la nieve en la parte más alta del volcán, ir a una de las lagunas en sus faldas, o simplemente para fotografiar la imponente montaña, así como la fauna del territorio.
La última actividad eruptiva del Cotopaxi ocurrió el 14 de agosto de 2015, tras haber estado dormido por 138 años.
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