Al reenviar a la red social el enlace a una nota, por ejemplo, de la Agencia Prensa Latina con sede en esta capital, se agrega el siguiente cartel: “Mantente Informado. Este Tweet está asociado a un medio afiliado a Cuba. Obtener más información”, y lo hacen sin el menor rubor por la censura a la libertad de información y prensa que proclaman.
Un enlace conduce a una página donde, desde agosto de 2020, revelan su política de selección: “donde el estado ejerce control sobre el contenido editorial mediante recursos financieros, presiones políticas directas o indirectas o el control sobre la producción y distribución”.
Pero a renglón seguido hace explícito su doble rasero: “Las organizaciones de medios financiados por el Estado con independencia editorial, como por ejemplo (sic) la BBC en el Reino Unido o NPR en los EE. UU., no entran en la categoría de medios afiliados al Estado para los efectos de esta política”.
Estos omnipotentes «jueces» definen que su señalamiento recae sobre “cuentas de gobierno fuertemente involucradas en geopolítica y diplomacia”, “entidades de medios afiliadas al estado” y “personas, como editores o periodistas, asociadas con entidades de medios afiliadas al Estado”.
La censura se extiende a los sitios web que comparten enlaces con la página que etiquetan como tales medios sancionados, al tiempo que advierten una diferenciación entre cuentas de individuos que representen al gobierno y las institucionales.
Aunque una lista de más de una veintena de países incluye a Estados Unidos, Francia, Canadá, Alemania y Reino Unido, se abstienen de señalar a funcionarios y personalidades de esos territorios que están “fuertemente involucradas en geopolítica y diplomacia”, excepto algunos personajes “incómodos” para el poder real estadounidense.
Tampoco estigmatizan a ninguno de las decenas de medios financiados públicamente por agencias del gobierno de Estados Unidos para coordinar las campañas contra Cuba, bajo el pretexto de imponer un modelo de “democratización” forzada y cambiar el sistema político de la isla caribeña.
Tal parece que la empresa que se propone comprar quizás esta semana el hombre más rico del mundo, Elon Musk, se aleja del principio que dice promover: “Twitter es un servicio abierto que alberga un mundo donde existen todo tipo de personas, ideas e información”.
Para el analista español Carlos González, citado por Cubaperiodistas.cu, esta manipulación de los algoritmos para hacer menos visibles a unos medios respecto a otros forma parte de “la construcción de la unanimidad de rebaño”, es decir, imponer un único relato. “Hemos pasado de las pintadas nazis a los judíos, a las marcas de Twitter”.
La denuncia del sitio vocero del gremio de los periodistas cubanos, expone que la red social gestiona contenidos como cualquier otro medio de comunicación, y su línea editorial sigue las directrices del gobierno de Estados Unidos, pero en sustitución de moderar o “maquillar contenidos” como suele rechazar, los filtra según el sesgo político.
Esta política condicionada a la tolerancia o no de otros enfoques ideológicos que difieren de la potencia del norte, resta popularidad a la red social que en el pasado reciente perdió seguidores por censuras y abrió posibilidades a la creación de nuevas pequeñas plataformas que en un futuro podrían hacerles competencia.
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