El partido de cierre del torneo de la Confederación Sudamericana de Fútbol (Conmebol) tendrá lugar esta tarde entre los clubes brasileños Flamengo y Atlético Paranaense en el estadio Monumental Banco Pichincha, espacio custodiado por unos 10 mil policías y militares.
Desde hace varios días las autoridades nacionales y locales organizan el dispositivo de seguridad, que incluye mayor presencia de agentes en las calles, cierres viales, cámaras de seguridad, así como el resguardo a los deportistas y aficionados que llegan para el evento.
El pasado fin de semana fue el más violento de 2022 en esa urbe, con más de 20 asesinatos en apenas tres días.
A pesar de esas condiciones, la alcaldía defendió la realización del partido final de la Libertadores para promover la reactivación económica con los esperados 50 mil turistas que llegarían, aunque esa cifra parece no concretarse.
La víspera, el ministro de Deportes, Sebastián Palacios, dijo que 30 mil boletos ya estaban vendidos, si bien fuentes extraoficiales afirman que en realidad solamente 11 mil entradas están en manos del público para asistir al juego en un estadio con capacidad para 59 mil espectadores.
Entretanto, los medios de comunicación locales muestran cómo los hinchas, nacionales y extranjeros, que pagaron entradas de hasta 245 dólares, disfrutan en las calles aparentemente ajenos a la violencia a la espera de la gran final de hoy.
En el duelo el Flamengo tiene en la mira la revancha luego de haber perdido la final de 2021 ante Palmeiras, mientras que el Paranense busca entrar en el selecto club de los campeones continentales.
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