Después de hipotecar el club (palancas mediante) para traer jugadores de primer nivel y luchar por todos los títulos de la temporada, el conjunto azulgrana se encuentra en una encrucijada brutal, tras disputar apenas dos meses de competencias.
A las lesiones anteriores de Ronald Araujo y Andreas Christensen, se unieron ayer, durante la victoria por 1-0 sobre Valencia, las de los defensores centrales Eric García y Jules Koundé.
Estos mazazos dejan a Gerard Piqué, de 35 años, como único jugador totalmente disponible para cubrir el eje central de la defensa barcelonista.
A este gran contratiempo, se suman la precaución especial que asumen los jugadores internacionales en esta temporada atípica, pues la Copa del Mundo arranca el próximo 20 de noviembre, en Qatar, y todos quieren hacer hasta lo imposible por llegar sanos a disputarla.
El entrenador Xavi Hernández deberá hacer magia para completar sus alineaciones en los tres choques previos al Mundial, léase contra Viktoria Plzen, por Champions, y ante Almería y Osasuna, por Liga de España.
Después de invertir más de 200 millones de euros en el mercado, una apuesta fuerte al todo o nada, el club culé quedó a las puertas del abismo tras quedar fuera de la Liga de Campeones de Europa y caer en el torneo doméstico contra su archirrival Real Madrid.
Uno de los factores que provocó la eliminación europea fue el cúmulo de lesiones, pues los principales partidos los debió afrontar sin su equipo titular de defensas.
Lesiones habrá, pero tiene que haber un trabajo de prevención. Hay que poner orden, ver cuál es el problema y poner soluciones, explicó Xavi poco después de coger las riendas del conjunto azul y rojo, en 2021.
Sin embargo, el cuerpo médico de la entidad catalana ha sido incapaz de mantener sano a todo el equipo, su trabajo de prevención falla de manera constante, y las lesiones se suceden una tras otra, salvo raras excepciones.
Ahora mismo, el futuro del Barcelona gira en una espiral lúgubre y muy pocos especialistas en la materia auguran un resurgir inmediato, mucho más si tenemos en cuenta que el Real Madrid está inmerso en una vorágine divina de desarrollo continuo y domina las competiciones casi por inercia.
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