Por Yosbel Bullaín
Corresponsal en Nicaragua
Y es que la historia nica está intrínsecamente ligada a esas culturas arraigadas en los más de seis millones de habitantes de la nación con mayor extensión en el área centroamericana.
Cada región del país resulta diferente. Las poblaciones conservan sus propias tradiciones, bailes con distintos ritmos musicales, comidas y trajes típicos que en el área del Pacífico nicaragüense se utilizaron en la época colonial como expresión de rebeldía hacia la corana española reinante.
Tal es el caso de las danzas tradicionales de esa zona como la Gigantona, el Enano Cabezón y el Toro Huaco, coloridos y ritmos propios de la ciudad de León, ubicada a unos 90 kilómetros al norte de Managua, la capital.
En los demás departamentos del país existen otras costumbres. Así, en la costa Caribe nicaragüense, el baile Palo de Mayo, por ejemplo, se realiza con propósitos específicos: la fertilidad, reproducción y nuevas cosechas en honor a la diosa Mayayá.
Al hacer alusión al quinto mes del año, no podía faltar en esa zona el carnaval Mayo Ya, donde trajes multicolores, y la pluralidad de trenzas en hombres, mujeres, jóvenes y niños, ponen en cada calendario el sabor suficiente de una festividad ancestral.
LOS AFRODECENDIENTES
Según algunos expertos en temas históricos y culturales, cuando las poblaciones de esclavos llegaron a lo que actualmente se conoce como la Región Autónoma de la Costa Caribe Sur, el lugar estaba poblado de varios grupos étnicos.
Los misquitos, ulwas, mayagnas y ramas estaban entre ellos, pero fueron los afrodescendientes quienes rompieron el silencio con sus tradiciones, afirman estudiosos del tema.
“Su sangre se entrecruzó entre todas las razas y hoy esta herencia late en nuestra personalidad y en nuestra identidad”, comentó a Prensa Latina el promotor cultural del Ministerio de Educación de Nicaragua, Wilmor López.
De este modo se registra internacionalmente al país de lagos y volcanes, como una nación multicultural, multilingüe y pluriétnica, con el reconocimiento desde la constitución política de los pueblos originarios.
Si bien en la actualidad constituye un orgullo para muchos nicaragüenses el hecho de saber que aquí existen pueblos con sus propios rituales culturales, su música, y su vida socioeconómica, antes de la Revolución Sandinista, en 1979, el panorama era distinto.
De acuerdo con apuntes históricos, sólo se reconocían como componentes de la cultura nica la herencia aborigen y la hispana, y se ignoraba la presencia de la población negra.
“Sin embargo, el afrodescendiente constituye uno de los legados más influyentes y esenciales del país. A lo largo de los siglos, su cultura sonó impasible como un ronco tambor en los oídos de ingleses, portugueses, holandeses, franceses, norteamericanos, viajeros, escritores, religiosos, piratas y traficantes de esclavos”, explicó López.
Al decir del experto, ante todos ellos el creole conservó su cadencia y la africanidad sobrevivió hasta nuestros días, pues marcó frontera y dieron a la nación una expresión que “nos habita dentro del ser: es la cultura que habla, baila y canta”.
COSTA CARIBE
La costa Caribe nicaragüense está conformada por las regiones autónomas Norte y Sur, y ocupa un poco más del 52 por ciento del territorio nacional. Algunos estudios sobre el tema afirman que esa zona estuvo integrada al resto de Nicaragua como un departamento más, pero nunca fue parte de un proyecto de desarrollo.
“Por tanto, a partir de 1979 la costa Caribe recobra su olor y brillo, su cultura comienza a revitalizarse para no perderse, se activan y refuerzan su identidad y valores y se hermana con el Pacífico en jornadas culturales”, subrayó López.
Así, el área es considerada como una espiral encantada con señales que deben aprenderse a leer y amar, pues costa Caribe es decir culturas, esencias distintas para interpretar e incorporar al tesoro común de los nicaragüenses.
“Nuestra cultura es amplia, colorida, fraterna y contagiosa”, resumió el investigador nicaragüense.
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