De acuerdo con el informe del ente encargado de velar por la disciplina de los agentes del orden en Inglaterra y Gales, la inspección arrojó que en algunos casos se trató como “un hecho aislado” las denuncias de mala conducta, o se permitió el ingreso de aspirantes procedentes de familias con una amplia historia de criminalidad.
También se ignoraron advertencias de que la entrada al cuerpo policial de determinadas personas podría representar un riesgo potencial para el público, y se detectaron trasnferencias a otras dependencias de oficiales con un largo historial de denuncias en su contra.
Así es muy fácil que la persona equivocada no solo ingrese, sino que permanezca en la Policía, afirmó el inspector jefe, Matt Parr, quien consideró que se detectaron centenares, sino miles, de esos casos.
El funcionario advirtió que la presión por reclutar a 20 mil nuevos agentes para marzo del año próximo no puede servir de excusa para no verificar los antecedentes de los aspirantes de una forma correcta.
La ministra del Interior, Suella Braverman, dijo sentirse desencantada con las fallas en el sistema de admisión, y ordenó a los jefes policiales a aprender la lección y actuar con urgencia para enmendar los errores detectados por la investigación, y restablecer la confianza del público en las fuerzas del orden.
A mediados de octubre pasado, un informe parlamentario independiente señaló que al menos mil 800 policías seguían en servicio activo en Londres, pese a enfrentar acusaciones por delitos que van desde violencia sexual y doméstica hasta fraude y corrupción.
El caso más reciente y notorio fue el secuestro, violación y asesinato perpetrados en marzo pasado por un agente de servicio contra una mujer de 33 años que caminaba por un barrio del sur de la capital, y que llevó al Gobierno a pedir a la baronesa Louise Casey conducir la investigación.
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