En esa dirección destaca el Proyecto “Aumento de las medidas de resiliencia climática en los agroecosistemas del corredor seco de El Salvador” (Reclima), que está dirigido a enfrentar la reducción de los rendimientos de los principales cultivos del país como resultado de sequías recurrentes y altas temperaturas que avanzan con el cambio climático.
Informes de organismos especializados como la propia FAO indican que el país mantiene una clara dependencia de la importación de alimentos como cereales, frutas, hortalizas y otros para satisfacer las demandas internas, lo que obliga a establecer estrategias a corto y mediano plazo para enfrentar un problema que se le viene al mundo a pasos agigantados.
El Salvador es parte del Corredor Seco Centroamericano y es considerado como uno de los países más vulnerables con afectaciones en la agricultura y los humedales, entre otros entornos, impactados por el cambio climático que provoca mayor desertificación, salinidad y estrés hídrico, debilitando las condiciones de vida de la población.
En ese escenario, el equipo de la FAO que dirige Diego Recalde, un ecuatoriano con una amplia hoja de servicios en esta organización internacional, avanza el proyecto Reclima en colaboración con las autoridades y organizaciones del país.
El proyecto que se encuentra finalizando su segundo año de implementación, tiene como objetivo aumentar la resistencia de las familias rurales ante el cambio climático en 114 municipios de El Salvador (43.5 por ciento del país), a través de la implementación de prácticas de agricultura sostenible y la restauración de ecosistemas para la prestación de servicios ambientales.
Las perspectivas a futuro muestran que los impactos relacionados a la variabilidad y al cambio climático continuarán afectando de diversas maneras al denominado Pulgarcito de las Américas.
Proyecciones de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) indicaban hace una década que para Centroamérica habría reducciones en la disponibilidad de agua entre un 35 por ciento y un 63 por ciento, siendo El Salvador el país con mayor impacto (50-82 por ciento).
Mientras que las variaciones de temperatura incidirán negativamente en la producción agrícola (entre el siete y el 11 por ciento), principalmente de granos básicos, con implicaciones directas para la seguridad alimentaria de la región.
En el caso de El Salvador, la relación entre temperatura y rendimiento de los cultivos es fundamental, por lo que de mantenerse la tendencia actual de incremento, se esperaría una disminución en la cantidad producida por hectáreas, tanto de maíz, como de frijol y arroz, especialmente en la zona oriental.
A esos retos se enfrenta Reclima, que tiene entre sus metas, educar a la población para que aprenda prácticas de adaptación al cambio climático y desarrolle habilidades para la conservación de suelo, elaboración y uso de biofertilizantes, sistemas agroforestales y silvopastoriles, entre otros.
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