Aunque las bajas temperaturas de las últimas jornadas no son las más intensas que se registrarán por estos lares, donde todavía no comienza oficialmente el invierno, son suficientes para activar las alarmas de nacionales y foráneos que solo se aventuran a salir a exteriores con sólidos abrigos y muchas otras prendas protectoras.
El penetrante frío, sin embargo, no es suficiente para doblegar el entusiasmo de 10 periodistas latinoamericanos decididos a descubrir las maravillas de una urbe histórica y majestuosa, que a pesar del tono gris de este noviembre presume una belleza mítica.
Lo que nos reúne a colegas de Ecuador, Perú, México, Colombia, Nicaragua, Argentina, Brasil y Cuba en un Moscú vestido de nieve es un programa para jóvenes periodistas organizado por la Fundación de Apoyo a la Diplomacia Pública Alexandr Gorchakov y la agencia de noticias Sputnik, el cual incluye un acercamiento a los lugares de interés cultural de esta ciudad de más de 12 millones de habitantes.
El aliado perfecto para ese descubrimiento de sitios emblemáticos resultó Leonardo, un amable guía mexicano radicado aquí hace más de dos décadas y quien en unas pocas horas nos condujo por los escenarios más conocidos y seductores de la urbe.
La Plaza Roja, como era de esperar, fue plato fuerte en nuestro recorrido moscovita. Desde sus espacios contemplamos, con éxtasis y curiosidad, la inmensidad de la Catedral de San Basilio, quizás el más famoso de los edificios rusos, que con su fachada escarlata y sus coloridas cúpulas en forma de bulbo se nos mostró tanto o más fascinante que en las imágenes donde la habíamos visto antes.
También allí apreciamos los imponentes muros del Kremlin y conocimos más sobre ese complejo de edificios estrechamente ligado a los principales acontecimientos de la nación, el cual está incluido en la lista de Patrimonio de la Humanidad de la Unesco junto a la Plaza Roja, en reconocimiento a sus numerosos valores culturales, arquitectónicos e históricos.
Muy cerca de allí, justo ante las Puertas de la Resurrección, encontramos la placa circular de bronce que marca de forma simbólica el kilómetro cero de las carreteras del país, y como dicta la tradición, aprovechamos esa parada para lanzar una moneda al suelo y pedir un deseo.
Los monumentos erigidos en honor al mariscal Gueorgui Zhukov, en la Plaza de Manézhnaya, y a Carlos Marx, frente al teatro Bolshoi; el parque Zaryadye, junto al río Moscú; la galería comercial GUM; y la Catedral de Cristo Salvador, fueron otros de los sitios visitados en nuestra exploración por la capital rusa, que ya luce en muchos espacios los decorados y luces distintivos de la época navideña.
Lógicamente, castigados por el frío punzante y sin mucho tiempo para adentrarnos mejor en cada escenario, ese periplo inicial dejó fuera muchos lugares imprescindibles.
En las jornadas venideras, mientras continúan las conferencias y actividades del programa que comenzó el 21 de noviembre y se prolongará hasta el 18 de diciembre, seguramente volveremos a aventurarnos a las calles capitalinas para develar nuevas maravillas, mientras tratamos de adivinar el significado de los carteles en cirílico y hacemos malabares para derribar las barreras de un lenguaje que nos resulta atractivo y distante.
Las temperaturas no parece que vayan a estar de nuestro lado, los pronósticos indican que en los próximos días continuarán bajando, pero es un desafío que estamos dispuestos a asumir. A fin de cuentas, y parafraseando a uno de los miembros del grupo, si estás en Rusia, aunque haya frío, ¿en serio no vas a salir?
ale/mar