Desde que comenzaron los ataques contra la planta, el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) sugirió una visita a la instalación para conocer la situación, dejar a expertos en la misma y proponer la creación de una zona de seguridad alrededor del lugar.
Con las primeras medidas cesaron los bombardeos, pero a partir del 19 de noviembre la artillería ucraniana retomó las acciones, una de las cuales ocasionó daños en el techo de los almacenes de material nuclear.
Es por ello que se intensificaron las conversaciones para crear un área de protección tecnológica y física en torno a la central, con lo cual Rusia está plenamente de acuerdo, siempre que la OIEA no pida que las tropas de la nación eslava abandonen la instalación.
Recordemos que la planta de Zaporozhie, la mayor de Europa, se encuentra en la ciudad de Energodar, a orillas del embalse Kajovka, en una zona controlada desde marzo pasado por las tropas rusas.
Moscú alega que su presencia militar allí persigue evitar fugas de materiales nucleares y radiactivos, en tanto los seis reactores están apagados para minimizar el riesgo de su exposición.
A principios de octubre pasado, varios días después de que la provincia de Zaporozhie se incorporara a la Federación de Rusia, el presidente Vladímir Putin decretó el traspaso de la central al patrimonio federal.
En definitiva, más allá del peligro, la comunidad internacional apuesta a que se alcance un acuerdo y el perímetro de la planta nuclear llegue a ser seguro para evitar un desastre radiológico.
(Tomado de Orbe)