“Me siento con ganas de empezar otra vez”, declaró al público la maestra de ballet cubana, quien recibió en 1967 el Premio “Ana Pavlova”, de la Universidad de Danza de París, y condecoraciones en esta isla, donde pisó por primera vez las tablas en 1959, tras el triunfo de la Revolución.
Nunca me dediqué a escribir, no tengo esa bondad, pero merece que haga un libro y contar para que permanezca y sea el contenido de mi trayectoria artística, declaró Bosch visiblemente emocionada en una gala interactiva, donde una parte del espectáculo se hizo desde el público.
Durante la gala, Miguel Barnet, poeta, etnólogo y en su momento presidente de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba, confesó que no era crítico de ballet, pero la fundadora del BNC, Alicia Alonso, nos alfabetizó a todos lo que no sabíamos de ese arte.
Bosch disfrutó de la actuación del ballet con escenas del segundo acto de Giselle, en el que Chavela Riera interpretó a Myrtha, la reina de las Willis, mientras que el Pas de deux del tercer acto del Lago de los Cisnes lo bailaron Gretel Morejón y Narciso Medina.
De llevar a escena al Grand Pas de quatre se encargó la directora general del BNC, Viengsay Valdés, las primeras bailarinas Sadaise Arencibia y Annet Delgado, así como la bailarina principal Daniela Gómez.
Además, la gala contó con las interpretaciones del pianista Aarón Pérez Pupo, el clarinetista Alejandro Calzadilla y el tenor Andrés Sánchez Joglar.
Del hilo conductor de la ceremonia, donde también se mostró un material fílmico sobre una de las cuatro joyas, se ocupó el historiador Miguel Cabrera.
Bosch, junto a Mirta Plat, Josefina Méndez y Loipa Araujo, formaron las cuatro joyas, como en su momento las identificó el crítico inglés Arnold Haskell.
En el colofón de la gala, la octogenaria artista recibió la placa por el 45 aniversario de la Cultura en Cuba que otorga el sindicato de ese sector.
nmr/To