La conversación tiene lugar en medio de los intentos de Washington de mantener en bloque la posición hostil de todos los miembros de la Unión Europea contra Rusia, después que su presidente Vladimir Putin anunció el inicio de una operación militar en Ucrania, el pasado 24 de febrero.
Potencias occidentales, encabezadas por Estados Unidos, lanzaron contra Rusia una guerra económica que incluye un boicot escalonado a la compra de petróleo y gas del gigante euroasiático, lo cual tuvo un efecto bumerán sobre las economías europeas, comenta la prensa local.
Al respecto, un comunicado de la Presidencia indicó que Radev admitió la posibilidad de la construcción de un oleoducto desde la ciudad portuaria griega de Alejandrópolis hasta la ciudad búlgara de Burgas.
Ello garantizaría una vía alternativa para recibir crudo destinado a las refinerías de esta nación, cuyo trabajo podría paralizarse por falta de materia prima que en su momento llegaba de Rusia.
Además, el mandatario búlgaro, cuyo país se unió a las medidas punitivas contra Moscú, solicitó a Blinken la posibilidad de ofrecerle aviones de combate estadounidenses en leasing, hasta la formación de una escuadrilla nacional de cazas F-16.
Occidente se ocupó en su momento de poner en práctica una fuerte acción mediática para acompañar a declaraciones de sus políticos sobre una supuesta amenaza de Rusia, lo cual ahora lleva a un aumento inusitado de los gastos militares en esa región.
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