El primero de los visitantes recibido por el mandatario Joe Biden fue el presidente de Ecuador, Guillermo Lasso, quien viajó en coincidencia con una polémica en su nación en torno a la aprobación por el Congreso estadounidense de una ley que, según analistas, da facultades a Washington para ejercer presión en ese territorio.
La norma fue rechazada por la Asamblea Nacional del país sudamericano, y el asambleísta Ricardo Ulcuango aseguró que, a pesar de ofrecer un supuesto fortalecimiento para las relaciones, esa es una legislación de injerencia en campos como el comercio, inversiones, seguridad, justicia, fuerzas del orden y derechos humanos.
Asimismo, acorde con un análisis de Atlantic Council, en los últimos dos meses, hasta Quito llegaron cinco senadores estadounidenses, dos subsecretarios, el asesor presidencial especial de Biden para las Américas y la representante comercial de Estados Unidos, Katherine Tai.
Analistas advierten la coincidencia del interés norteamericano justo cuando se llevaban a cabo las negociaciones con China para aprobar un acuerdo de libre comercio que, según el líder ecuatoriano, está “prácticamente cerrado” y cuyo potencial inmediato supera los mil millones de dólares en exportaciones.
No por gusto mientras Biden daba la mano a su homólogo, el senador republicano Marco Rubio hizo pública una carta enviada a Scott Nathan, director ejecutivo de la Corporación Financiera de Desarrollo Internacional de Estados Unidos, en la que pedía mayor inversión en Ecuador para “contrarrestar la influencia” del gigante asiático.
El afán estadounidense de ser quien domine un mundo unipolar también salió a relucir en el recibimiento prodigado por el ocupante del Despacho Oval al presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski.
El visitante de Kiev acudió a Washington en busca de más ayuda militar estadounidense, cuyos suministros bélicos, a juicio de analistas políticos, solo alarga el conflicto con Rusia y provoca crecientes sufrimientos a la población ucraniana.
No obstante, pese a los anuncios de un nuevo paquete de armamento valorado en mil 850 millones de dólares, el apoyo a la causa de Zelenski no es unánime en la nación norteña.
La mejor prueba de eso es que a su alocución dada en el Congreso solo asistieron 86 de 213 miembros republicanos de la Cámara de Representantes e incluso algunos legisladores, como Lauren Boebert, condicionan su voto para más ayudas a la realización de una auditoría a los fondos aprobados y su destino.
Su presencia allí, además, aconteció a pocos días de la instauración de la nueva legislatura, en la cual los republicanos tendrán el control de la Cámara Baja y donde algunos podrían negarse a dar más apoyo financiero, sobre después de que el líder conservador Kevin McCarthy asegurara que no extenderán un «cheque en blanco» para Ucrania.
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