A pocas horas de concluir 2022 la población acompañó la política oficial contra las llamadas maras o pandillas las que durante años decidieron sobre la vida o la muerte de muchos salvadoreños, según expresan encuestas de opinión.
“Muchos no entienden lo que este logro significa para el futuro de nuestro país. Nosotros sí, y por eso trabajamos día y noche para sostenerlo. Seguimos”, dijo recientemente en un mensaje en Twitter el mandatario al referirse a un tema que incluso hasta sectores de oposición reconocen y elogian.
Los resultados de los sondeos muestran esa realidad. CID Gallup en septiembre indicó que el 94 por ciento de los ciudadanos, es decir, nueve de cada 10 personas, apoyaban las acciones de seguridad.
Tras el inicio en 2019 de la implementación del Plan Control Territorial (PCT), que consta de siete fases, de las cuales está en ejecución la V, muchos manifestaron criterios contarios y no confiaban en obtener resultados.
Hoy la incredulidad pasó a la satisfacción, pese a críticas, porque es real que en ocasiones hay detenidos que son inocentes y que en nada se vinculan con las pandillas.
Esta realidad fue reconocida por altas figuras del gobierno como el vicepresidente Félix Ulloa quien dijo que son posibles los errores pero que estos pueden rectificarse con la ayuda de la población.
Mantener el ambiente de seguridad es un reto para Bukele pues de esa situación dependerá en gran medida que la población mantenga el apoyo a su reelección para el quinquenio 2024-2029.
Una encuesta del Centro de Estudios Ciudadanos de la Universidad Francisco Gavidia (UFG) encontró que ocho de 10 ciudadanos quieren que el mandatario continúe en el cargo, y cuatro de cada 10 plantearon que en tres períodos presidenciales un gobernante puede implementar todos los cambios y las reformas necesarias para sacar adelante al país.
Evidentemente los índices de homicidio cayeron a niveles nunca vistos y ciertamente, hay una percepción de mejora en la seguridad del país, reconocen medios opositores.
Eso es parte del reto de Bukele, quien además navegará por un mar encrespado donde las olas de la economía mundial amenazarán su desempeño en 2023.
Las consecuencias de la guerra en Ucrania, la inflación cercana a ocho por ciento, la crisis del bitcoin que no despegó como el gobierno esperaba y el fantasma de la deuda conllevarán esfuerzos en 2023.
Sin dudas, el año comenzará con el reto de las elecciones en febrero de 2024, lo que obligará al mandatario a tensar fuerzas para continuar en el cargo, algo que incluso, favorece una oposición resquebrajada y con la brújula, aparentemente, pérdida.
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