El sumo pontífice resaltó ante los embajadores el papel que juega la diplomacia en “suavizar los conflictos para propiciar un clima de mutua colaboración y confianza” y añadió que “es legítimo esperar que los hombres, al encontrarse y negociar, descubran mejor los lazos que los unen, provenientes de su humanidad común”.
En sus palabras durante ese encuentro, el obispo de Roma se refirió a algunos de los problemas más graves que enfrenta la humanidad, como el hambre, la desigualdad social, las guerras, el deterioro del medio ambiente, la discriminación y la crisis migratoria, entre otros.
Hizo alusión a la importancia de reanudar las negociaciones en torno al Plan de Acción Integral Conjunto, más conocido como Acuerdo Nuclear con Irán, y expresó sus deseos de “que se pueda llegar a una solución concreta lo antes posible, para garantizar un futuro más seguro”.
Alertó sobre “la tercera guerra mundial de un mundo globalizado, donde los conflictos afectan directamente solo a algunas zonas del planeta, pero involucran esencialmente a todos” e hizo un llamamiento al fin de los conflictos armados, entre estos el de Ucrania, “cuyos efectos están afectando a regiones enteras”.
En tal sentido pidió “mirar a Siria como una tierra atormentada”, al aumento de la violencia entre israelíes y palestinos, “con la dramática consecuencia de numerosas víctimas y una total desconfianza mutua”, así como al hecho de que en Yemen “siguen muriendo muchos civiles”.
Recordó que a fines de enero visitará República Democrática del Congo y Sudán del Sur, en África, un continente afectado por graves problemas económicos y la violencia que causan graves daños en la población de esas naciones, entre las cuales citó a Burkina Faso, Mali y Nigeria.
Expresó que “en muchos ámbitos, una señal de debilitamiento de la democracia está dada por las crecientes polarizaciones políticas y sociales, que no ayudan a resolver los problemas urgentes de los ciudadanos y se refirió a “lo ocurrido recientemente en Perú, en las últimas horas en Brasil, y en la preocupante situación de Haití”.
Hizo un llamamiento “a la conciencia de los hombres y mujeres de buena voluntad, especialmente de los que tienen responsabilidades políticas, para que trabajen en la protección de los derechos de los más débiles y en la erradicación de la cultura del derroche, que desgraciadamente afecta también a los enfermos, los discapacitados y los ancianos”.
También criticó el empleo “de recursos cada vez mayores para imponer formas de colonización ideológica, especialmente en los países más pobres, creando un vínculo directo entre la provisión de ayuda económica y la aceptación de tales ideologías”.
El papa Francisco aseveró ante los diplomáticos que “cualquier intento de imponer formas de pensamiento a otras culturas que no les pertenecen abre el camino a la confrontación amarga y, a veces, incluso a la violencia”.
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