Después de años de negociación, el pacto fue rubricado en el Castillo de Chapultepec de la capital mexicana, ante los jefes de Estado y de Gobierno de México, España, Colombia, Guatemala, Costa Rica, Honduras, Nicaragua, Panamá y Venezuela.
La Oficina de Prensa Latina en la ONU en Nueva York, era sitio obligado de latinoamericanos de todas las tendencias que llegaban allí por información de la agencia y de las de otras. Los salvadoreños estaban entre ellos, al igual que peruanos, ecuatorianos, incluso algunos embajadores de la región y funcionarios del máximo organismo internacional.
Siempre existió la conversación, el contacto y el intercambio sobre la situación en el denominado Pulgarcito de las Américas donde Estados Unidos probaba armas y estrategias antiguerrilleras, entre ellas los ametrallamientos con aviones C-130 diseñados para esos fines.
En los próximos días organizaciones sociales y políticas marcharán desde céntricos lugares de esta capital para conmemorar el pacto que marcó un antes y un después en este país, pese a intentos de sectores políticos de negar su importancia.
La organización “Magisterio En Resistencia” estará entre los que convocaron a la cita con el concepto de que sí son fundamentales para la historia del país y “como docentes nos sentimos responsables de defenderlos”.
Durante la marcha de muchas organizaciones sociales y políticas recordarán el antes con la mirada puesta en el ahora, pues se anticipan protestas contra las políticas del gobierno que, según grupos como el Bloque de Resistencia y Rebeldía Popular (BRRP) y las otras fuerzas sociales y políticas, trata de ignorar el significado de los acuerdos.
No se puede negar que el pacto de la sociedad salvadoreña condujo a la construcción de una democracia política, precisó el representante del BRRP, Franc Omar Parada.
«Hacemos nuestro llamamiento a todas las fuerzas revolucionarias, democráticas y progresistas a sumarse a la conformación de un amplio frente de lucha por una paz sin dictadura, por una paz con democracia, con libertad y con justicia social; una paz sin presas, ni presos políticos, ni persecución a opositores y a opositoras; por una paz con pensiones dignas y con mejores salarios. Una paz sin hambre, ni desalojo a familias pobres», se lee en un comunicado de las organizaciones.
Hurgando en la historia habría que recordar que hace 93 años se produjo el levantamiento campesino que marcó el despertar del pueblo salvadoreño contra la opresión de las elites dominantes apoyadas por diversos gobiernos extranjeros.
La rebelión de 1932 marcó un hito en el deseo de los salvadoreños por sacudir las cadenas y echar del poder a militares como el dictador Maximiliano Hernández Martínez. Este 2023 el Estado salvadoreño cumple 91 años sin resolver la deuda histórica del más grande genocidio registrado en la historia El Salvador, la masacre indígena de 1932.
Por esa historia de lucha marcharán el próximo domingo cientos de salvadoreños, por el final de 12 años de guerra en el país más pequeño de la América continental, con 75 mil víctimas mortales, de acuerdo a estimados de la ONU, y cuyos familiares aún esperan porque se haga justicia.
Recientemente, en declaraciones a la agencia Sputnik, el historiador Miguel Mármol, recordó que “el militarismo era muy fuerte en los años 60, 70 y eso llevaba a que el pueblo y las organizaciones populares se manifestaran, hubo mucha actividad política y pública en las calles de los sindicatos, los gremios, las organizaciones campesinas, de la iglesia católica con sus comunidades eclesiales de base”.
Los que marcharán ahora buscan impedir un retroceso en las conquistas populares y evitar que el país vuelva a los años de las dictaduras militares, y que después de los acuerdos, regrese al camino de fortalecer más conquistas populares, no solo en la búsqueda de mejores índices de seguridad, sino también en otras áreas para el mejoramiento humano.
La razón principal de todo gobierno debe estar centrada en su gente, en brindar mejores condiciones de seguridad, salud, educación y no en lo contrario, según señalan hoy algunos críticos al echar una mirada a El Salvador de hoy.
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