De acuerdo con el Buró Nacional de Estadísticas, el dato representó poco más de 121 billones de yuanes (17,9 billones de dólares) para el Producto Interno Bruto (PIB) y evidenció una fuerte caída en comparación con el 8,1 alcanzado el año precedente.
Se trata de la segunda contracción económica más marcada en China desde 1970. La anterior fue el 2,4 por ciento registrado al comienzo de la pandemia en 2020.
Influyó que en el último trimestre de 2022 el país apenas tuvo una expansión de 2,9 puntos porcentuales en su PIB y anteriormente en el de julio-agosto–septiembre fue de 3,9, en ambos casos menos de lo previsto.
Entre los factores determinantes del freno al crecimiento económico figuró la actividad mercantil, que concluyó el año con un alza interanual de 7,7 por ciento, mientras en 2021 fue de 21,4.
Las ventas minoristas de artículos de consumo de China bajaron 0,2 puntos, la inversión en activos fijos incrementó 5,1 por ciento, la producción industrial 3,6 y se crearon más de 12 millones de empleos.
Pese a esos datos, el Buró precisó que evidencian un desempeño estable y la solidez de los fundamentos de la economía.
Auguró un panorama más positivo para este 2023, un repunte del crecimiento y la rápida recuperación de todos los sectores, tras el cese de las medidas antiCovid-19 que impactaban el consumo y la actividad productiva.
También mencionó el énfasis que China pondrá en su política de reforma y apertura, el fortalecimiento de la confianza del mercado y en fomentar la mejoría de su economía.
Esos mismos argumentos lo plantean observadores locales al analizar las perspectivas del PIB chino y auguran una expansión de entre 4,9 y 5,5 puntos al cierre de este año.
Pero algunos llaman la atención en que en el corto plazo el gigante asiático todavía enfrentará retos en las exportaciones por la baja demanda global de productos y porque dependerá más del consumo doméstico.
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