Tras varias semanas de una vorágine intensa, en las calles del gigante asiático reina la tranquilidad mientras los hogares ultiman detalles para garantizar que el momento más importante de la cultura llegue bien auspicioso.
Para la mayoría de los chinos la mejor parte de la celebración es que pueden desplazarse hasta sus lugares natales para estar con sus seres queridos, pues ya no hay restricciones a los viajes como en 2020, 2021 y 2022 debido a la Covid-19.
Este sábado se despide el osado Tigre, para dar paso desde la medianoche al reinado del Conejo durante el 4721, según el calendario lunar.
La cultura de este país considera al lagomorfo como la encarnación de la buena suerte, la longevidad, la amistad y la extensión de la familia.
Se trata de un animal adorado por los chinos, aparece en numerosas obras de arte, es parte de la mitología y se le asocia con la Luna, altamente venerada aquí.
El Conejo o Mao también representa para ellos la inteligencia, la agilidad, la pureza y la nobleza.
En estos designios hizo hincapié el presidente chino, Xi Jinping, al saludar al pueblo por la fecha y llamar, especialmente a la juventud, a trabajar por el futuro del país de forma activa y demostrando sus habilidades en cada sector.
Convocó a balancear más la lucha sanitaria para acelerar el desarrollo socioeconómico, garantizar mayor bienestar al pueblo y unir fuerzas en torno al ansiado objetivo de convertir a China en un estado socialista moderno.
Según marca la tradición, esta jornada es momento de rendir tributo a los antepasados con ofrendas para pedir por la buena salud y la prosperidad.
También tiene lugar la cena de Nochevieja o de reunión, considerada la comida más especial porque todas las generaciones de casa se sientan alrededor de mesas redondas repletas de platos y donde no pueden faltar el pescado, los ravioles y los rollitos de primavera.
Este último es una pasta rellena de diferentes verduras y carne.
Por lo general, tras el banquete se disfruta en conjunto de la Gala del Festival de Primavera, uno de los programas de televisión más vistos en el país, y al mismo tiempo comienza la entrega de regalos y los sobres rojos (hong bao) con dinero.
Con el auge de la informatización esta práctica se hace ahora desde el teléfono móvil por la popular red de mensajería instantánea WeChat.
El lanzamiento de fuegos artificiales y petardos es una costumbre que ha disminuido significativamente por el tema de la contaminación ambiental.
La festividad es la más trascendental de la cultura de China, pero no solo es típica de aquí y se celebra, bajo distintos nombres y peculiaridades propias, en otros territorios asiáticos.
Por ejemplo, en la Península Coreana se denomina Seollal, para Vietnam es el Tet Nguyen Dan y Mongolia la llama Tsagaan Sar. En la región del Tíbet chino se trata del Losar.
En todos los casos lo común son las decoraciones en rojo en casa, negocios y calles, desfiles de danzas milenarias, tradiciones populares y la imprescindible cena en familia.
La fiesta empieza con la aparición de la primera luna nueva del calendario lunar, dominado por las fases del satélite natural de la Tierra en vez de centrarse en el sol, como ocurre en Occidente.
A diferencia del gregoriano, del 1 de enero al 31 de diciembre, los meses en este almanaque siempre tienen la misma duración (29 días, 12 horas, 44 minutos y 2,9 segundos) y por eso es que varían las fechas de inicio del Año Nuevo Lunar.
Las celebraciones terminarán con el Festival de las Linternas el decimoquinto día del primer mes lunar, o sea el 5 de febrero, y se espera que sea otro espacio de exhibiciones de faroles decorados y Baile del Dragón, un desfile colorido de figuras del mítico ser hechas de papel, seda y bambú.
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