La libra libanesa amaneció en el mercado informal cerca de los 56 mil por cada dólar estadounidense y este incremento repercute en el ascenso de la gasolina que ya superó el valor de un millón de libras por 20 litros, precisaron expertos.
Ante este escenario, varios propietarios de furgonetas bloquearon la entrada a la ciudad de Baalbek, este de la capital, en rechazo al alza de los combustibles y al deterioro de las condiciones de vida.
En la región norte de Akkar, los manifestantes cerraron la rotonda de Al Abdeh en reclamo de la demanda del dólar y la agudización de las problemáticas económicas, financieras y sociales.
Según la Agencia Nacional de Noticias, los ciudadanos obstruyeron el paso por la carretera frente al Banco Central de Líbano en la calle Hamra, en el corazón de Beirut, en medio de refuerzos del ejército en las inmediaciones de la institución.
En este contexto, el volumen de negociación en la plataforma Sayrafa, afiliada al Banco Central, registró ayer 35 millones de dólares, a razón de 38 mil libras libanesas por cada billete verde.
Para los economistas, la devaluación del valor de la moneda nacional y el aumento de la demanda del dólar responde al levantamiento gradual del Banco Central de los subsidios a la importación de los principales productos básicos, el último de los cuales es el combustible.
Desde 2019, el valor de la lira descendió en más del 95 por ciento, tras fijar una tasa de mil 507 en 1993 y décadas de despilfarro, mala gestión y corrupción que arrastró a la nación a la actual crisis económica y financiera, de acuerdo con expertos.
La mayoría de los libaneses responsabiliza al gobernador del Banco Central de Líbano, Riad Salameh, como uno de los principales culpables de hundir al país a su peor escenario económico bajo la protección de Estados Unidos.
De acuerdo con entidades de Naciones Unidas, más de dos millones de personas en Líbano requieren de asistencia urgente como resultado de la depreciación de la moneda, el levantamiento de los subsidios y el aumento del costo de vida que impiden a las familias acceder a suficientes alimentos y otras necesidades básicas.
A la luz de casi tres meses de un vacío presidencial, Líbano enfrenta la peor crisis de su época moderna, en ausencia de consenso político y bajo un gobierno interino de limitados poderes constitucionales.
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