En declaraciones a Prensa Latina, la intelectual, procedente del pueblo Kamëntsa Biya de Bëngbe Uaman Tabanok, anunció que intervendrá en dos escenarios de análisis: Las voces del territorio poesía, escritura y oralidad de los pueblos originarios de Colombia, y Reconciliar al ser humano con el planeta. Estas iniciativas permiten, a su juicio, “tejer lazos muy fuertes de aprendizaje, desde la experiencia y las realidades, por esto estoy segura que contribuirán a la transformación buscada”.
El protagonismo de la nación suramericana en el evento literario contribuye, en su consideración, a la visibilidad de los cambios políticos vivenciados en ese territorio, los cuales comprenden también el acercamiento a las comunidades y los diversos contextos sociales.
“Cuba es testigo de esa exploración y transformación, por ello, es justamente este encuentro una oportunidad de reafirmarlas desde el arte, la cultura y, sobre todo, la sensibilidad en el tema central que nos convoca: la paz total”, afirmó.
¿Cómo la literatura y, en especial, la poesía, la ayudan a expresar los orígenes y luchas de su pueblo y las batallas propias como mujer indígena?
“La palabra contribuyó a la cimentación de una armonía del ser con la tierra y los elementos sagrados. Resulta fundamental en la conexión del ser humano con su entorno y el establecimiento de un diálogo, en lenguaje ceremonial, que permite el tratamiento respetuoso y prudente. De esta manera, el trato amable, en el mundo occidental, se considera poesía”.
Para Mavisoy esas frases compartidas en disímiles sitios representan, además, un llamado al vínculo con la madre tierra, al cuidado y preservación de la “tsbatsanamama”, desde “el conocimiento ancestral de los pueblos originarios como una forma de resistencia y pervivencia”.
En este camino sinuoso, el libro significa para la creadora indígena “un guardián valioso de la memoria y de los saberes milenarios”, si bien en las comunidades ancestrales “tiene reciente utilidad, ya que la escritura se manifestaba en el tejido y los símbolos”.
Respecto a la lectura, consideró que “la intención es compartir los usos y costumbres asociados a la armonía, empatía y hermandad, pues todo a nuestro alrededor se lee: elementos, seres humanos, rostros, sociedades y padecimientos”.
Mavisoy refirió, asimismo, que las letras colombianas muestran las verdades de esa tierra, desde las crónicas alusivas a la conquista y usurpación, hasta la guerra, motivo de indignación e inspiración más reciente para los escritores.
Igualmente, espera que, en citas como la feria del libro, estén presentes las raíces, el acontecer contemporáneo del área y de las sociedades golpeadas por diferentes conflictos, donde los literatos “den testimonio de esos acontecimientos y difundan la cotidianidad”.
“Necesitamos del otro para existir, crear, sanar y amar, es por eso que resultan relevantes estos espacios, pues no solo permiten hablar, sino escucharnos en base a experiencias personales, transmitir relatos y maneras de sentir, y dar continuidad a nuestra historia como región”, concluyó.
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