Esas palabras del secretario general de Naciones Unidas, António Guterres, cobran relevancia cuando en diversos países expertas, jóvenes y profesionales realizan debates para situar a la ciencia, la tecnología y la innovación en el centro de los programas de desarrollo sostenible.
Durante un foro de la Organización de Naciones Unidas en diciembre de 2013, dicho organismo reconoció que el acceso y la participación plena de las mujeres y las niñas en el ramo científico resultan imprescindibles para lograr la igualdad de género y el empoderamiento femenino.
Tres años más tarde, la Asamblea General de la ONU instituyó el Día Internacional de la Mujer y la Niñez en la Ciencia con el propósito de potenciar una mayor participación y protagonismo del sexo femenino en labores de investigación e inspirar a las niñas.
Según datos gubernamentales, como limitaciones, las mujeres suelen recibir como tendencia becas de investigación más modestas que sus colegas masculinos.
Pese a que ellas representan el 33, 3 por ciento de todos los investigadores, sólo el 12 por ciento de los miembros de las academias científicas nacionales son mujeres.
También, en sectores vanguardistas como la inteligencia artificial, sólo uno de cada cinco profesionales es del sexo femenino.
En el caso de Cuba, las políticas gubernamentales trazan como línea una visualización mayor de las mujeres en el campo científico, el cual exhibe como logro que el 53 por ciento de todos los académicos –más de 86 mil- son féminas.
Las autoridades y el pueblo cubano destacaron en diversas ocasiones el decisivo aporte de las del sexo femenino en las tareas científicas de la Revolución, que contribuyen al desarrollo económico y a la transformación innovadora de la sociedad.
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