Frente a la tumba del exjefe de gobierno sunita (1992-1998 y 2000-2004), su hijo Saad Hariri encabezó el homenaje, en el regreso a Beirut después de anunciar su retirada del trabajo político antes de las elecciones parlamentarias del pasado 15 de mayo.
Anteriormente, el primer ministro interino, Najib Mikati, y varios diputados del bloque Encuentro Democrático encabezado por su jefe, Taymour Jumblatt, homenajearon a quien es considerado uno de los artífices en la reconstrucción de Líbano después de la guerra civil (1975-1990.
El titular del Parlamento, Nabih Berri, destacó la estatura patriótica y humana del mártir Hariri; y en ese sentido, convocó a mostrar una moralidad política y respetar los principios de sociedad, acuerdo y la aceptación del otro.
Por su parte, el Gran Mufti de la República, Sheikh Abdul Latif Derian, pidió recordar las loables hazañas de Hariri, su dedicación a la unidad y la coexistencia del Líbano y el impulso a las relaciones con las naciones árabes y amigas del mundo.
También, el expresidente Michel Aoun (2016-2022) renovó sus condolencias por el asesinato del ex primer ministro Hariri y sus camaradas.
En diálogo con su hijo Saad, el general Aoun le dio la bienvenida al país después de una larga ausencia e insistió en que “Líbano necesita hoy de toda su gente y energías”.
Según reportes locales, simpatizantes del Movimiento Futuro y una movilización popular; así como varios exdiputados y ministros, acudieron al santuario de Hariri en el centro de la capital, para rendir tributo, en medio de un fuerte despliegue de seguridad.
Desde el exterior, la cancillería de Rusia describió mediante un comunicado a Hariri como uno de los líderes más destacados del Líbano y amigo de Moscú.
Afirmó que Hariri visitó Rusia más de una vez e hizo una gran contribución personal por fortalecer y desarrollar las relaciones amistosas entre ambos pueblos.
La declaración subrayó que el asesinato de uno de los líderes más populares y prestigiosos del pueblo libanés en la historia moderna constituye una pérdida enorme e irreparable para el país y sus amigos en todo el mundo.
El 14 de febrero de 2005, en Beirut, una bomba de alto poder acabó con la vida de Rafik Hariri y de 21 personas, algunos, parte de su escolta y otros eran transeúntes casuales.
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