Generalmente, los llamados blocos (manifestación carnavalesca popular) recorren trayectos urbanos definidos que suelen incluir las principales vías y avenidas de las ciudades, acompañados por una banda de percusión, cantantes, animadores y, por ende, los juerguistas que se unen a la parranda siguiendo el grupo.
Organizado por la Asociación de Amistad con Cuba José Martí y los sindicatos Químico y Metalúrgico de esa ciudad, el bloco, aderezado con gritos y cantos de apoyo a la isla caribeña, puso a bailar a decenas de residentes que se unieron al jolgorio.
Con el apoyo en pleno del Consulado General de Cuba, el grupo de carnaval sumó a unas 800 personas con vestimentas y disfraces propios de los carnavales de Brasil, muchos con alegorías relacionadas con el archipiélago y sus símbolos.
El recorrido que siguió el bloco partió, muy a propósito, de la avenida Estados Unidos y culminó en la calle Cuba de esa localidad paulista, acto que no esconde su simbolismo.
Tal evento, que se extendió por unas cuatro horas, culminó con la contagiosa conga de Santiago de Cuba (conga santiaguera), ritmo de la región oriental de la isla de raíces africanas que se toca generalmente con instrumentos típicos, como tambores, campanas metálicas y corneta china.
Los festejos carnavalescos en el gigante suramericano, considerados por entendidos como los mejores del mundo, comenzaron el sábado y se extienden por cuatro días, hasta este martes.
El carnaval de Río de Janeiro figura como el más emblemático del país, pero otros estados (Salvador, Recife, Olinda, Florianópolis y Sao Paulo) realizan anualmente sus bailes de máscaras con características propias de sus regiones.
Cada división territorial mantiene una tradición popular para celebrar esa fecha. Y ese es un acontecimiento único en el año, pues, después del Martes de Carnaval, es llegada del citado Miércoles de Ceniza (alegoría mística del deber de conversión y cambio de vida).
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