El siniestro, que afectó sobre todo a las regiones de Biobío, Ñuble y La Araucanía, dejó un saldo de 26 muertos, dos mil 423 viviendas destruidas y 440 mil 976 hectáreas de bosques, cultivos y pastizales devoradas.
De acuerdo con el más reciente reporte del Servicio Nacional de Prevención y Respuesta ante Desastres, aún quedan 21 focos en combate, 138 ya están controlados y 37 fueron extinguidos.
Con las emergencias en descenso, los socorristas internacionales, que en el momento más difícil llegaron a sumar unos 800, ya concluyeron su labor y en las últimas horas retornaron a sus países las brigadas de México y España.
Venezuela, Argentina, Brasil, Portugal, Ecuador, entre otras naciones, también contribuyeron a combatir los incendios, considerados los más mortíferos en una década.
El jefe de la Defensa Nacional en la región del Biobío, Jorge Keitel, adelantó que en las próximas horas se levantará el toque de queda para algunas de las nueve comunas donde se implantó la medida.
En las zonas de desastre, los esfuerzos están puestos ahora en la entrega de viviendas de emergencia, con electricidad y condiciones sanitarias, para los damnificados, antes de la llegada del invierno.
De acuerdo con datos preliminares ofrecidos por el ministro de Hacienda, Mario Marcel, el costo estimado de la reparación de los daños ronda los 300 millones de dólares.
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