El duelo del próximo domingo en el Camp Nou no será menos. Sobre todo, por la cantidad de lecturas que tiene, tantas como para mirar al espectáculo en la cancha sin perder de vista los prolegómenos.
Llega en un momento especial. Con nueve puntos de ventaja, encaramado cómodamente en la cima, el Barcelona juega en sus predios esperanzado en rematar el torneo ante su archirrival merengue, pero rodeado de un complejo entramado de corrupción.
Se impuso al Real Madrid en los dos últimos enfrentamientos, en la Supercopa Nacional (3-1) y en el choque de ida de la Copa del Rey (0-1), logró consolidar su cerrojo defensivo y como asignatura pendiente, necesita marcar más goles.
La “casa blanca” siente el orgullo de verse otra vez en cuartos de final en su competición favorita, la Champions League, con 14 Orejonas en su haber y la satisfacción de eliminar al Liverpool esta semana.
Sin embargo, tiene dudas en cuanto al estado físico de su líder indiscutible, el francés Karim Benzema, lesionado el miércoles, y también con el peso psicológico de un sorteo este viernes en Nyon, Suiza, en el cual quedó emparejado con el Chelsea inglés en cuartos y, de vencer, iría contra el Bayern de Munich o el Manchester City.
Todo eso, de momento, queda atrás. El Barcelona se muestra cómodo e incluso perdiendo, la diferencia quedaría en seis puntos, todavía enorme en una competición que se asoma a la vigésimosexta jornada (de 38) y los campeones vigentes con las fases más duras en el horizonte de la Champions League.
Más allá, el reconocimiento es absoluto a la mejoría en el juego de los azulgranas bajo la batuta de Xavi Hernández, con un sistema defensivo hermético y un estilo más pragmático, renunciando a su vocación de toque y circulación permanente del balón.
Las alternancias en los extremos, a veces interiores, del brasileño Raphinha y el francés Ousmane Dembelé, la intermitente pero eficaz vocación ofensiva del polaco Robert Lewandowski y la labor del volante creativo canario Pedri y del guardameta alemán Ter-Stegen, le dieron solidez al Barcelona.
El Real Madrid, con una temporada irregular de Benzema, muy afectado por lesiones, descansa en el virtuosismo del atacante brasileño Vinicius Junior, muy joven e inmaduro que es desestabilizado con frecuencia por rivales que le pegan bastante o gritos racistas de aficionados en España.
Así, con sus chispazos y algunos momentos estelares de Benzema, más la sangre joven del brasileño Rodrygo y el uruguayo Fede Valverde, más la veteranía del germano Toni Kroos y el croata Luka Modric, reman con cierto optimismo.
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