Las imágenes de incendios, vidrieras destruidas, enfrentamientos entre manifestantes y uniformados, cargas policiales contra personas pacíficas y caos en las calles circulan desde el jueves pasado y aumentan en frecuencia, un panorama de radicalización alertado por no pocos en suelo galo.
Desde el Gobierno insisten en defender la reforma y la manera de adoptarla, sin voto de la Asamblea Nacional al amparo del artículo 49.3 de la Constitución, una postura que los detractores de la iniciativa consideran atizadora de las tensiones, al ignorar el malestar desatado por la extensión de la edad de retiro de 62 a 64 años.
Para dirigentes y sindicatos, el presidente Emmanuel Macron fue incluso más allá, al restar legitimidad a la protesta pacífica y sugerir ayer a los franceses en la televisión pasar la página, pese al descontento evidente con un texto también criticado por aumentar el período de cotizaciones y eliminar regímenes especiales de jubilación.
Cuando hay un conflicto, el papel del Presidente es el de calmar, pero Macron lanzó un bidón de gasolina al fuego, advirtió hoy el secretario general de la Confederación General del Trabajo (CGT), Philippe Martínez, en la movilización parisina.
Sin embargo, existe consenso de que nada justifica la violencia, y de que la misma es obra de un sector minoritario, el cual va aumentando en la medida en que no se calmen los ánimos.
En ese sentido, el secretario general de la Confederación Francesa Democrática del Trabajo (CFDT), Laurente Berger, pidió no acudir a actos que afecten la vida cotidiana de los ciudadanos.
Por su parte, el líder de La Francia Insumisa, Jean Luc-Mélenchon, aseguró estar en desacuerdo con las formas de violencia, “porque ellas invisibilizan lo que hacemos”, al tiempo que instó a continuar las protestas.
Según el ministro del Interior, Gérald Darmanin, hay intención de “matar” a policías y gendarmes por algunos participantes en las marchas, con 149 uniformados lesionados este jueves y 350 en total, blanco de piedras, cócteles Molotov y artefactos pirotécnicos.
La primera ministra Elisabeth Borne tildó de inaceptables estos hechos, en medio de una desinformación en torno a la cifra de manifestantes heridos.
«Protestar y hacer escuchar las diferencias es un derecho. La violencia y la destrucción que vimos hoy son inaceptables», subrayó en las redes sociales.
La situación parece lejos del apaciguamiento y los actos no pacíficos y los excesos causan preocupación, sobre todo porque faltan las señales dirigidas a atenuar la cólera.
Esta noche, el líder de Fuerza Obrera (FO), Frédéric Souillot, aseguró no sentirse sorprendido por los episodios de la jornada, que incluyeron incendios o ataques en alcaldías, una comisaría, bancos y otras instalaciones.
«No condono ningún tipo de violencia, ni en la propiedad ni en las personas, pero el 49.3 y la intervención del Presidente de la República ayer (…), así llegamos a este tipo de situaciones», opinó.
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