Analistas y medios especializados advierten además que la negativa de la Casa Blanca a considerar propuestas para promover la paz en la región, como la presentada por China, confirma los ánimos belicistas de la nación norteña y la defensa a ultranza de su modelo hegemónico.
Según un funcionario estadounidense que habló bajo condición de anonimato, la iniciativa del gigante asiático pone a Washington en una situación “incómoda”.
El rechazo de la propuesta, declaró a Bloomberg, estaría facilitando los argumentos para sostener ante las naciones que abogan por una salida diplomática cómo el país más poderoso del mundo no está interesado en la paz.
El coordinador para Comunicaciones Estratégicas del Consejo de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, John Kirby, reveló no obstante que la administración se opone al cese al fuego, y a cualquier iniciativa pacífica que puedan promover los mandatarios de China y Rusia.
En un artículo de opinión de Trita Parsi, vicepresidente ejecutivo del Quincy Institute for Responsible Statecraft, y publicado en The New York Times, el analista consideró que Estados Unidos desprecia cada vez más los esfuerzos de mediación de otras potencias.
Aunque el gobierno norteño dio la bienvenida oficialmente al acuerdo de normalización entre Arabia Saudita e Irán, no pudo ocultar su irritación por el nuevo papel de China como intermediario en Oriente Medio, y además rechazó rápidamente la oferta anterior de Beijing de mediar entre Ucrania y Rusia, refirió.
Dio la razón entonces al politólogo Mark Hannah, de la Eurasia Group Foundation, cuando dijo que existe una hipocresía inherente “al promocionar las acciones de Ucrania cuando lleva a cabo la guerra, pero no cuando se trata de paz”.
Parsi atribuyó el éxito de la labor mediadora desplegada por el gigante asiático entre Teherán y Riad a que mantuvo una posición neutral en las disputas de los dos países y no moralizó su conflicto. “China tampoco sobornó a esas naciones con garantías de seguridad, tratos de armas o bases militares, como es nuestra costumbre con demasiada frecuencia, aseguró.
“Durante demasiado tiempo, a los estadounidenses se les ha dicho que si no dominan, el mundo caerá en el caos. En realidad, como ha demostrado la mediación de Beijing, es probable que otras potencias den un paso al frente para asumir la carga de la seguridad y el establecimiento de la paz”, estimó.
La mayor amenaza para nuestra propia seguridad, y reputación, es si nos interponemos en el camino de un mundo donde otros tienen interés en la paz, si nos convertimos en una nación que no solo pone la diplomacia en último lugar, sino que también descarta a aquellos que buscan ponerla en el primero, dijo.
Añadió que no debería preocupar a Estados Unidos si algunos caminos hacia la paz pasan por Beijing, Nueva Delhi o Brasilia, mientras se busque que no todos los de la guerra pasen por Washington.
Grupos defensores de la paz en Estados Unidos abogan cada vez más a favor de una salida negociada al conflicto entre Rusia y Ucrania.
Hace pocos días, la policía detuvo a algunos miembros de la organización CodePink tras confrontar al secretario de Estado, Antony Blinken, durante su intervención ante el Comité de Relaciones Exteriores del Senado.
El funcionario fue interrumpido por Benjamin Medea, integrante de esa asociación, quien aprovechó para reclamarle por la falta de voluntad del gobierno para poner fin al diferendo.
“El pueblo estadounidense no quiere seguir alimentando una guerra indirecta con Rusia que podría llevarnos a la Tercera Guerra Mundial o a un holocausto nuclear. Se supone que usted es diplomático. ¡Comience a negociar! Si no le gusta la propuesta de paz de China, ¿qué propone usted?”, le espetó.
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