Solo cinco de los viajeros con proa a Europa fueron rescatados por los guardacostas tunecinos que acudieron en auxilio de los náufragos, según datos reportados por la prensa de este país musulmán del norte de África en el cual los indocumentados no son bienvenidos.
De momento permanecen desconocidas las causas del siniestro aunque lo más probable es que haya sido la sobrecarga de pasajeros impuesta por los patrones de las naves para sacar el mayor provecho de las travesías de personas que tratan de llegar a Europa en busca de seguridad y mejores condiciones de vida.
Desde el viernes pasado ocurrieron tres catástrofes similares, prueba palpable del aumento de los intentos de personas en su mayoría ciudadanos de países al sur del Sahara que huyen de conflictos armados, la hambruna y desastres naturales, entre ellos la peor sequía en los últimos 10 años.
El desembarco en Túnez es impensable debido a la situación creada semanas atrás por declaraciones del presidente Kais Saied, quien acusó a los indocumentados de provocar una ola de crímenes en su país y de ser parte de una conspiración para modificar la identidad arabo-musulmana de esta nación.
Las alegaciones presidenciales desataron una ola de agresiones físicas contra refugiados africanos la cual incluyó además el despido de sus trabajos y la expulsión de sus lugares de residencia.
Varios países del sur del gran desierto, entre ellos Guinea y Costa de Marfil, organizaron repatriaciones de sus nacionales residentes en Túnez.
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