Según declaraciones del portavoz presidencial, Dmitri Peskov, emitidas durante una rueda de prensa, Moscú condenó enérgicamente esos actos y señaló que la posibilidad de evacuar a los religiosos en el país dependerá de su propia decisión.
Asimismo, indicó que “en Rusia nadie quedará indiferente ante su destino” si son desalojados del convento, donde viven más de 200 monjes y novicios, cientos de futuros sacerdotes y estudiantes de la Academia Teológica de Kiev.
El sínodo de esa congregación, la asamblea deliberativa de los eclesiásticos, difundió el 20 de marzo último un llamado al presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, en el cual solicitó hacer lo posible en la garantía de la permanencia de los monjes en el claustro.
Los obispos acudieron a la residencia del gobernante con el propósito de trasladar la opinión de los creyentes, sin que nadie les hiciera caso.
A comienzos de este mes el museo estatal, con sede en una parte de los edificios del Monasterio de las Cuevas de Kiev, demandó que los religiosos de la Iglesia ortodoxa ucraniana canónica, supeditada al Patriarcado de Moscú, dejaran el inmueble antes del 29 de marzo.
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