Cuerpos de bomberos y rescatistas de otras ciudades, como Quito y Cuenca, permanecen en la zona cero del desastre para recuperar los cuerpos de quienes no pudieron huir cuando la montaña se desprendió en la noche del domingo 26 de marzo.
De acuerdo con la Secretaría de Gestión de Riesgos (SGR), hay 56 desaparecidos y más de mil damnificados, así como 163 viviendas afectadas y 55 totalmente destruidas.
Técnicos del Instituto de Investigación Geológico y Energético y de la propia SGR aseguran que, debido a las precipitaciones en la región andina durante las últimas horas, se generaron lagunas de agua que vuelven más inestable el terreno y ponen en riesgo a los rescatistas.
La actual temporada lluviosa en Ecuador provocó esta semana deslaves que afectaron comunidades y carreteras, como en el cantón Girón, en la provincia de Azuay, en el sur del país, donde no hubo pérdidas de vidas humanas, pero sí materiales.
La víspera, el Gobierno anunció que destinaría 200 millones de dólares para ayudar a los afectados por la actual temporada lluviosa, la más fuerte de los últimos 15 años.
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