Son 275 menores de cero a 18 años los asesinados y nosotros nos dimos a la tarea de visibilizar cada una de sus vidas e historias, declaró a Prensa Latina la presidenta de la Agrupación de Familiares de Ejecutados Políticos, Alicia Lira.
El texto de 350 páginas, con numerosas fotos e ilustraciones, está dividido en tres capítulos: el primero recoge las víctimas registradas entre 1973 y 1979, el segundo sobre los casos de 1980 a 1989 y el tercero acerca de las embarazadas que sufrieron abortos durante las torturas.
“También es importante decir que adolescentes se sumaron a la resistencia contra la dictadura de Augusto Pinochet, como es el caso de Miguel Ángel Leal, Paulina Aguirre, Eduardo y Rafael Vergara”, recordó Lira.
“Hubo además familias enteras de cinco y seis integrantes asesinados. Por eso hablamos de un exterminio”, añadió.
Para la destacada activista por la defensa de los derechos humanos, es una obra sobre el dolor, por la forma en que los mataron, pero también de sus alegrías y su ternura.
El libro titulado “Rompiendo el silencio de niños, niñas y adolescentes ejecutados políticos durante la dictadura cívico-militar”, fue presentado en la Casa Central de la Universidad de Chile, en un acto donde participaron autoridades, familiares de las víctimas, organizaciones políticas y sociales y diplomáticos.
En este ejercicio de memoria hemos rescatado sus fotografías, los testimonios de sus familias y amigos, cartas, dibujos y recuerdos, recordó Lira.
Destacó la importancia de dar a conocer que no solamente fueron víctimas los militantes políticos, sino también los menores, para sensibilizar a la población y evitar la repetición de estos crímenes.
La subsecretaria de las Culturas y las Artes, Andrea Gutiérrez, cuya tía fue asesinada cuando tenía 14 años, consideró que este es un acto de sanación y reivindicación porque la memoria, dijo, es una forma de salvar vidas.
Durante su participación en el lanzamiento del libro, la directora del Instituto Nacional de Derechos Humanos, Consuelo Contreras, declaró que el golpe de Estado contra el gobierno de Salvador Allende fue un cataclismo que cambió la vida personal, nacional, política, social y económica.
“Miles de niños fueron testigos de ese horror”, afirmó, y añadió que después de la ruptura institucional se instaló en el país un modelo cuyos costos e impactos colectivos se mantienen en la actualidad, con el negacionismo, las pensiones de miseria y la mala calidad de la educación.
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