En Video 🎞 | Resta colocar la punta de los zapatos en una línea de los dos barrios en pugna, después de apreciar la curiosa procesión de la Santa Cruz, entre la solemnidad y el júbilo, para luego disfrutar de la pirotecnia en Los Realejos, #España 🇪🇸
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— Prensa Latina (@PrensaLatina_cu) May 4, 2023
Las comparaciones son generalmente injustas y con un cierto velo controversial, pero existen. El delirio de los fuegos artificiales en sus formas y dimensiones más modernas, el estruendo de los petardos, las calles engalanadas y el atractivo de los videos-mapping, rebasan las expectativas de las Fiestas de Cruces y Fuegos de Mayo Los Realejos.
Cada 3 de mayo este municipio de cinco mil 755 kilómetros cuadrados, situado al norte de Tenerife, Islas Canarias, se convierte en el epicentro europeo de cohetes, bengalas, candelas, bomberas, voladoras, chispas, silbidos, efectos especiales y un cielo cubierto durante una hora por algo inimaginable.
Lo más trascedente es que las festividades se hacen con recursos propios de los habitantes de la ciudad, principalmente los vecinos de los dos barrios en pique, El Sol y Del Medio, razón por la cual no se difunden estadísticas en torno a los dineros recaudados, la cantidad de pólvora a utilizar o los diferentes diseños de esta explosión de efusividad, dicho literalmente.
Sin embargo, transita entre lo solemne a nivel católico y el regocijo ciudadano con asombroso comportamiento cívico. Se bebe alcohol, de forma limitada, sin excesos y el día después, tras la noche-madrugada de fuegos de artificio, una Papada, comida vecinal con platillos a base de patatas y, también pescados y paellas para sellar el éxito de la tradición.
Enrames de más de 300 cruces en caminos, capillas y altares privados, con telas, bordados y exquisitos arreglos florales (orquideas, anturios, rosas gigantes …) sólo por el placer de preservar en el tiempo la continuidad de las fiestas, relató a Prensa Latina Agonec Hernández, de la comisión organizadores del barrio El Sol.
No hay jurados ni triunfadores. Cada quien dará su veredicto propio al finalizar el lanzamiento de los fuegos desde colinas y, de menor rango, de azoteas y balcones. Al final, el recogimiento como dicta la religiosidad, la enorme satisfacción y el inicio de la cuenta regresiva.
Nacida entre los siglos XVII y XVIII, se trata de una celebración de Interés Nacional que aspira a convertirse en evento de rango internacional, a partir de una leyenda del Barrio de La Cruz Santa, lugar donde se cuenta fue descubierto el Santo Madero en 1666.
Un jinete cayó de su caballo al pasar el barranco del Pago de la Higa, después de azotarlo por no querer avanzar. Fue entonces cuando al ver a su corcel escarbar en la tierra vislumbró una cruz de madera, hecho que derivó en los festejos que colocan a Los Realejos en el centro de las cruces y pirotecnia del Viejo Continente en la actualidad.
Durante el siglo XVIII en la calle El Sol vivían campesinos y medianeros, y la Del Medio se levantaban casas de lujo de propietarios de tierras. La rivalidad no llegó al colmo de Montescos y Capuletos, aunque tuvo sus momentos álgidos.
Hoy, sin códigos ni reglamentos especiales, tal vez el mayor toque de distinción de la Fiesta de las Cruces y los Fuegos de Mayo sea la entrega y devoción por un momento en el año que, sin dudas, hace más felices a la gente. Y los 70 minutos pletóricos de estética, con el imaginario de un pincel gigante, capaz de teñir el cielo de colores y sonidos que tocan con los dedos la madrugada (…) hasta el siguiente año.
mem/ft