En una entrevista publicada por el diario Sud-Ouest, el dirigente dijo ser “plenamente consciente de que esta reforma de las pensiones suscita muchos desacuerdos”, al tiempo confió en que “eso no nos impida abordar las páginas del futuro” y reclamó a los sindicatos que entablen un «diálogo social responsable».
A pesar de lo impopular de la nueva ley, Macron señaló que fue planificada «con responsabilidad», y optando por «la seriedad, el trabajo y la reindustrialización» para «reforzar el modelo social francés», dijo.
El presidente francés consideró un contrasentido “ser el país con el tipo impositivo más alto”, contar con “uno de los servicios públicos más importantes” y a la vez “mantener una de las edades de jubilación más tempranas”, señalando veladamente tres de los objetivos que deben acometer sus políticas de ajuste de corte neoliberal.
Macron aseguró que “el núcleo de las reformas que siempre he promovido desde que entré en la vida política es un reformismo emancipador”, a pesar de que sus políticas están contribuyendo al desmantelamiento de la sanidad pública, agravan las condiciones laborales de los trabajadores e impiden que se graven los beneficios multimillonarios de las grandes empresas.
Por su parte sindicatos y fuerzas políticas anunciaron su determinación de seguir luchando contra la ley de jubilación, y así los primeros convocaron la decimocuarta jornada de huelga nacional para el 6 de junio, mientras que la Asamblea Nacional debatirá dos días después un proyecto de ley encaminado a derogar la reforma de las pensiones.
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