Según la revista Ear and Hearing de la Sociedad Americana de Audición, los investigadores analizaron diferentes aspectos de la calidad del descanso, caracterizado por presentar ronquidos, somnolencia diurna, insomnio, dificultad para levantarse por la mañana y un cronotipo nocturno.
El cronotipo es la sincronización de los ritmos circadianos, un ciclo fisiológico subyacente de 24 horas que se produce en la mayoría de los organismos vivos.
Estos elementos impactan sobre el riesgo de padecer pérdida de audición, recalcaron los científicos.
«No dormir las horas adecuadas durante la noche potenciaría el riesgo de pérdida de audición en aquellas personas con una peor calidad del sueño», puntualiza la fuente.
Actualmente la pérdida de la capacidad de escuchar afecta a más de mil 500 millones de personas en el mundo y la proyección para los próximos años indica un aumento importante de su prevalencia.
Puntualiza la fuente que dicho problema está asociado a condiciones de salud desfavorables como la demencia, el síndrome de fragilidad, la depresión y la discapacidad, y lo más difícil de asimilar es que no tiene cura y los fármacos existentes tienen eficacia limitada.
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