Los especialistas marroquíes acaban de difundir un informe según el cual el año pasado fue el más tórrido en décadas, una consecuencia innegable del cambio climático.
Ese año califica como el más caliente registrado en los últimos 40 años, incluido más que los récords establecidos, superados en 1,63 grados a los de los años 1981-2020, complicado aún más por una sequía cataclísmica, según el informe anual del ente meteorológico.
En ese lapso los marroquíes siquiera tuvieron el consuelo de un aguacero vivificante y anunciador de tiempos mejores, pues para unir angustia al sufrimiento el país magrebí sufrió una sequía en agosto, también la peor en decenas de años.
Aquellas pesadillas revivieron el año pasado cuando el déficit de precipitaciones fue de menos 27 por ciento comparado con el 1981-2010 y del 46 por ciento en términos totales, siempre acorde con el reporte.
El remedio a la situación propuesto en la reunión anual presidida por el rey Mohamed VI por el ministro de Equipamiento y Aguas, Water Nizar Baraka, está basado en inversiones del orden de los 13 mil millones de euros para acelerar la construcción de embalses y la adquisición de equipos.
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