Representantes de entidades gubernamentales y populares asistieron a la festividad en la que se anunció el inicio de la recolección de esta flor, que se convirtió en uno de los elementos patrimoniales más representativos de Siria luego de su inclusión en 2019 en la lista de patrimonio intangible de la Unesco.
En la jornada, se organizó una feria de cremas, perfumes, agua de rosa y más de 20 productos médicos y cosméticos que se extraen del ejemplar.
La primera dama Asmaa Al-Assad compartió con los agricultores la cosecha de este cultivo, así como una comida típica hecha de derivados de esta flor.
Con una mano defendemos la patria del terrorismo y con la otra sembramos rosas y transmitimos mensajes de paz, amor y belleza al mundo, afirmaron los responsables y patrocinadores del festival.
La Unesco incluyó en su listado de patrimonio inmaterial sujeto a protección a la Rosa de Damasco y las prácticas culturales y artesanales relacionadas con este cultivo como su recolección y usos médicos, culinarios y cosméticos tradicionales.
El cultivo de esta especie vegetal es un ritual de más de mil años, y se centra principalmente en el poblado de al-Marah en la región montañosa y desértica de Qalamoun, al norte de Damasco, y actualmente se amplió su producción para abarcar otras provincias como Alepo, Hama, Latakia y Homs.
Además de su belleza natural y valor espiritual, la rosa damascena tiene usos médicos y cosméticos, y se ha convertido en la principal fuente de ingreso para miles de agricultores en la zona.
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