Las cifras hoy colman titulares y análisis mediáticos, con un llamado de los políticos a acudir a las urnas. La perspectiva es aparentemente clara: mantener las cuotas de poder del lado de la izquierda, o comenzar a cambiar el panorama hacia conservadores y ultraderecha.
De momento, los pronósticos son reservados según las encuestadoras, pero ciertamente la izquierda sufrió golpes inesperados que pudieran trasladarse a las urnas.
El primero, cuando un aliado habitual en el Congreso, EH Bildu del País Vasco, lanzó una lista de candidatos en la que incluyó a numerosos ex miembros de ETA.
El otro tema espinoso, es la compra de votos por parte de varios aspirantes socialistas (PSOE), expulsados de inmediato de la organización, pero con secuelas que tendrían eventualmente influencia en los votantes.
Se espera la participación de poco más de 35,5 millones de personas en unos comicios que en realidad abarcan muchos puestos políticos, municipales, provinciales, insulares y autonómicos que se definirán este domingo 28 de mayo.
En estas elecciones no pueden participar los españoles residentes en el exterior, aunque sí ciudadanos de origen foráneo nacionalizados aquí.
Este domingo se elegirán 66 mil 924 concejales y se designarán 92 alcaldes en pequeñas localidades con régimen de concejo abierto.
Como curiosidad, hay 44 localidades que no tendrán el llamado a las urnas ante la ausencia de candidatos. Se les dará seis meses de plazo para ejercer su derecho al voto y elegir sus administraciones.
Las ácidas disputas entre la izquierda dominada por los socialistas (PSOE), y el bloque de Unidas Podemos (Izquierda Unida y Podemos) y los conservadores del Partido Popular (PP) y los ultraderechistas de Vox, dibujan un país fracturado.
A los éxitos destacados por el presidente del Gobierno y líder del PSOE, Pedro Sánchez, y sus allegados, durante su gestión, le han salido los frentes antes mencionados que desestabilizaron la contienda.
El jefe del Ejecutivo y las vicepresidentas primera, Nadia Calviño, y segunda, Yolanda Díaz, han insistido en los logros económicos y sociales durante el mandatado de la actual administración, mientras el mandamás del PP, Alberto Núñez Feijóo, se aferra a la idea de “derogar el sanchismo”.
Por otra parte, se hizo ineludible para la clase política el tema del racismo, reiterado en el deporte, por los insultos al delantero brasileño Vinicius Junior el pasado domingo en Valencia.
La condena es casi unánime, salvo comentarios en otra dirección del líder del ultraderechista partido Vox, Santiago Abascal, y el asunto reflotó también en un amplio contexto internacional, desde el presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, hasta personalidades de Naciones Unidas.
lam/ft