La Casa de las Américas, en esta capital, acoge esta pieza con alto contenido simbólico, gracias a la colaboración de la directora de eventos del Ministerio de Cultura de la nación antillana, Lis Cuesta.
Ante la presencia de diversas personalidades, entre ellos el embajador de Argentina en la isla caribeña, Luis Ilarregui, el ministro de Cultura Alpidio Alonso, el presidente de esta entidad, Abel Prieto, y el presidente de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba, Luis Morlote, se recordó a esta incansable luchadora y voz de su tierra.
La pieza fue realizada por el destacado platero argentino Juan Carlos Pallarols, a partir del molde original que hiciera su padre Carlos Pallarols por solicitud del propio Perón, destacó el vicepresidente de la entidad que la resguarda, Jaime Gómez.
Cuentan que en un viaje que Evita realizó a París en 1947, al ver los grandes monumentos de esa ciudad, imaginó una obra semejante como homenaje a los trabajadores argentinos caídos en 1945 durante las luchas por los derechos sociales.
A su regreso y durante los dos años siguientes, ella dirigió personalmente la conformación del proyecto y supervisó las maquetas finales que aprobó poco antes de morir, sin imaginar que ese lugar podría ser finalmente el mausoleo que acogiera sus restos mortales.
Al morir Evita el 26 de julio de 1952, el Congreso de la Nación decidió que en la capilla del futuro monumento al trabajador, concebido por ella, se construiría un sarcófago especial para guardar sus restos. La tapa de la tumba sería una lámina de plata batida muy liviana para que pudiera levantarse cada 26 de julio en su homenaje.
Durante un año, hasta mediados de 1953, se preparó una maqueta de la pieza que el General Perón aprobó y Carlos Pallarols comenzó a conformar, pero el golpe del imperialismo en 1955 interrumpió el Gobierno de Perón e impuso el decreto ley de Desperonización, que obligó a destruir materiales relacionados con el peronismo.
Carlos Pallarols se vio obligado a demoler su obra, pero consciente del riesgo que corría, guardó algunos fragmentos que serían celosamente preservados por la familia, entre estos la mascarilla, tomada directamente del rostro sin vida de la líder peronista.
Con la llegada de la democracia en 1983 y ya fallecido su padre, Juan Carlos Pallarols decidió restaurar y completar la máscara de Evita, y permitió, como era costumbre, que el pueblo argentino diera un golpe de martillo sobre ella.
La obra se convirtió así en hechura de un pueblo que siente una veneración absoluta por Evita y por su labor en defensa de los desposeídos, los desamparados y los que no tienen voz.
De esta manera, se exhibe en esta institución cultural la copia de la primera mascarilla reconstruida de Evita junto a un documento firmado por su creador, en el que se evidencia su profunda amistad con el fallecido intelectual cubano Eusebio Leal.
Junto a esta pieza se muestran algunas imágenes de grandes artistas argentinos que también se inspiraron en la vida y el legado de Evita, además de un cuadro del pintor argentino Ricardo Carpani, el cual constituye un homenaje a los descamisados, a los trabajadores.
Para nosotros como argentinos y peronistas es un orgullo y una alegría que Eva Perón se encuentre en este lugar, quien fue quizás el grito más encendido, pues sublevó al pueblo con ideas muy precisas y enérgicas, con esa convicción de acercarse a los más humildes, destacó el embajador argentino.
A través de esta obra se evoca la figura de la incansable luchadora, quien fue junto a la Revolución cubana uno de los grandes símbolos de emancipación de América Latina. Para Argentina queda su legado, mientras en Cuba permanece eterna desde la admiración.
npg/amr
