Aunque la Administración Oceánica y Atmosférica de Estados Unidos anunció este jueves que el evento meteorológico ya comenzó, el Inamhi aclaró que en el país andino las consecuencias aparecerían entre octubre y noviembre.
El analista de pronósticos del Inamhi Javier Macas dijo al diario El Universo que las precipitaciones disminuirán a corto plazo en el territorio ecuatoriano y señaló que las recientes inundaciones en la provincia costera de Esmeraldas no se deben a El Niño.
No obstante, ante la inminente llegada de ese fenómeno, el pasado mes de mayo la Secretaría de Gestión de Riesgos (SGR) declaró en alerta amarilla 143 municipios de 17 provincias que están ubicados a una altitud menor a los mil 500 metros sobre el nivel del mar.
Esa situación podría provocar el desbordamiento de ríos, inundaciones, deslizamientos de tierra, bancos de niebla, ráfagas de viento y descargas eléctricas, advirtió la SGR.
Esta semana el gobierno de Ecuador anunció una serie de medidas para hacer frente a lo pronosticado, luego de las críticas por la falta de una estrategia para mitigar los efectos de El Niño.
El ministro de Transporte y Obras Públicas, César Rohon, recibió reproches al señalar en una entrevista que los ecuatorianos debían pedir a Dios para que no lloviera tanto, en vez de presentar acciones concretas para mitigar el impacto de los eventos climáticos.
Entre las acciones dispuestas está la preparación por parte del Ministerio de Comercio Exterior de una propuesta de decreto-ley de urgencia económica para mitigar los riesgos y afectaciones de El Niño.
A su vez, el Comité de Operaciones de Emergencia pidió a la SGR un plan de acción frente a ese fenómeno que deberá ser presentado el 16 de junio próximo.
La actual temporada lluviosa en Ecuador -conocida aquí como invierno- ha conllevado a la muerte de más de 30 personas, carreteras destruidas, derrumbes, deslaves, y miles de hectáreas semabradas perdidas.
El Niño podría agravar el panorama, principalmente en las localidades de la costa, y conllevar a escasez y altos costos de alimentos ante la probable pérdida de cultivos.
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